Tras una larga deliberación presidida por el Primer Ministro Benjamin Netanyahu, se ha decidido que la respuesta formal de Israel a la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya será que no reconoce la autoridad del tribunal para investigar al Estado judío.
El lenguaje de la respuesta pretende ser lacónico y no comprometedor, con la esperanza de permitir un mayor diálogo.
La fiscal jefe de la CPI, Fatou Bensouda, autorizó en febrero una investigación sobre supuestos crímenes de guerra israelíes en los territorios de la Autoridad Palestina.
Un panel de tres jueces dictaminó que Judea, Samaria, Gaza y el este de Jerusalén están dentro de la jurisdicción del tribunal.
En un comunicado de prensa, la CPI dijo que los jueces dictaminaron que “la jurisdicción territorial de la Corte en la situación de Palestina, Estado parte del Estatuto de Roma de la CPI, se extiende a los territorios ocupados por Israel desde 1967, a saber, Gaza y Cisjordania, incluida Jerusalén Oriental”.
Israel ha rechazado sistemáticamente la autoridad del tribunal para poner en marcha una investigación de este tipo, argumentando que la CPI no tiene jurisdicción ya que Israel no es signatario del Estatuto de Roma y Palestina no es un Estado. Además, se supone que la CPI solo puede investigar a los Estados que no pueden llevar a cabo investigaciones internas adecuadas por sí mismos.
Tanto el primer ministro Netanyahu como el embajador israelí ante las Naciones Unidas, Gilad Erdan, calificaron de antisemita la decisión de la CPI de investigar a Israel, señalando que la investigación abarca el periodo posterior al secuestro y asesinato de tres adolescentes israelíes en el verano de 2014, pero excluye los propios asesinatos.