Noa Argamani, rescatada del cautiverio de Hamás en junio de 2024, comparece ante el Consejo de Seguridad de la ONU para exigir la liberación de los rehenes que aún permanecen en Gaza.
“Fui secuestrada por terroristas de Hamás el 7 de octubre en el festival de música Nova junto a mi pareja, Avinatan Or”, expresa al iniciar su intervención, mostrando una fotografía de su compañero, quien sigue cautivo. “Nos llevaron a la fuerza a Gaza, nos mantuvieron bajo un miedo absoluto y vivimos una pesadilla”.
Tras ocho meses de cautiverio, soldados israelíes lograron rescatarla. “Es un milagro que esté aquí hoy”, señala. “Pero no hay tiempo que perder. En este momento, 63 personas siguen atrapadas en ese infierno”.
“Sin ellos, nuestras vidas no pueden continuar”, advierte ante el consejo. “El acuerdo debe cumplirse por completo. Mi pareja y muchos otros rehenes solo serían liberados en una segunda fase”.
Argamani implora la intervención de la comunidad internacional, recordando que los secuestrados fueron arrebatados de sus hogares, de una fiesta o de su rutina diaria para ser arrojados a un tormento inhumano.
“No necesito contarles sobre Kfir, de 9 meses, Ariel, de 4 años, y su madre Shiri. Fueron brutalmente asesinados en cautiverio. El crimen es inimaginable, pero ocurrió”, denuncia.
Recuerda el dolor de ver cómo otros rehenes recuperaban su libertad mientras ella permanecía en Gaza. “Sé lo que se siente quedarse atrás, ver a otros regresar con sus familias”, explica. Durante la tregua de noviembre de 2023, ella fue una de las pocas mujeres que no fueron liberadas.
Durante su cautiverio, compartió celda con dos niñas, Hila Rotem y Emily Hand. “Emily tenía 8 años y Hila 12. Tenía que ser fuerte, no solo por mí, sino también por ellas”, relata. Ambas fueron liberadas en el primer acuerdo tras 50 días de secuestro. “Las vi regresar con sus familias mientras yo me quedaba atrás… No hay palabras para describir esa sensación”.
“La desesperación que sentí es la misma que sienten los rehenes ahora. Se sienten abandonados por el mundo”, advierte.
También narra los momentos vividos junto a Yossi Sharabi e Itay Svirsky, quienes fueron asesinados en Gaza. Sharabi murió en un ataque de las FDI; Svirsky, ejecutado por sus captores.
“Vivíamos en una zona de guerra las 24 horas del día. El miedo era constante”, relata. Recuerda el instante en que escuchó los gritos de Sharabi antes de que el silencio y los escombros confirmaran su muerte. “Desde ese momento, estuve sola”.
Dirigiéndose al Consejo de Seguridad, insta a actuar contra la oscuridad y advierte que la inacción solo traerá más muertes de inocentes.
“Lo que me mantuvo con vida fue algo que mi madre solía decirme: ‘Sé siempre amable’”, concluye. “Así que, en este foro, permítanme terminar con eso: sean amables unos con otros y, por favor, tráiganlos a casa ahora”.