David Beasley, Director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA), habló ayer (martes) en una sesión virtual del Consejo de Seguridad de la ONU que se tituló “Mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales: Protección de los civiles afectados por el hambre inducida por el conflicto”.
“Al mismo tiempo, al tratar la pandemia de COVID-19”, dijo Beasley, “también estamos al borde de una pandemia de hambre”.
Beasley destacó que, al hablar con los líderes mundiales mucho antes de que se produjera el coronavirus, dijo que el año 2020 se enfrentaría a la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial.
“Así que hoy, con COVID-19”, subrayó, “no solo nos enfrentamos a una pandemia de salud mundial, sino también a una catástrofe humanitaria mundial. Millones de civiles que viven en países afectados por conflictos, entre los que se encuentran muchas mujeres y niños, se enfrentan al borde de la inanición, siendo el fantasma de la hambruna una posibilidad muy real y peligrosa”.
Según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, 821 millones de personas se acuestan hambrientas cada noche en todo el mundo, “con hambre crónica”, señaló Beasly.
Según el nuevo Informe Global sobre la Crisis Alimentaria publicado ayer (martes) 135 millones de personas en la tierra están marchando hacia el borde de la inanición.
“Pero ahora”, explicó Beasly, “el análisis del Programa Mundial de Alimentos muestra que, debido al Coronavirus, otros 130 millones de personas podrían estar al borde de la inanición a finales de 2020. Eso es un total de 265 millones de personas”.
“También existe un peligro real de que más personas puedan morir potencialmente por el impacto económico de COVID-19 que por el propio virus”, declaró.
Beasly definió 350 millones de dólares de los Estados Unidos como lo que necesita para establecer una red de centros logísticos y sistemas de transporte para mantener las cadenas de suministro humanitario en movimiento en todo el mundo.
“Todavía no hay hambrunas”, dijo, “pero debo advertirle que si no nos preparamos y actuamos ahora, para asegurar el acceso, evitar la escasez de fondos y las interrupciones del comercio, podríamos estar enfrentando múltiples hambrunas de proporciones bíblicas en unos pocos meses”.
“Las medidas que tomemos determinarán nuestro éxito o fracaso en la construcción de sistemas alimentarios sostenibles como base de sociedades estables y pacíficas. La verdad es que no tenemos tiempo de nuestro lado, así que actuemos con sabiduría, y actuemos rápido. Creo que con nuestra experiencia y nuestras asociaciones podemos reunir los equipos y los programas necesarios para asegurarnos de que la pandemia de COVID-19 no se convierta en una catástrofe humanitaria y de crisis alimentaria”.