Cerca de Evyatar, en Samaria, un grupo de árabes palestinos y manifestantes de izquierda agredió a familias israelíes durante un paseo familiar. Las víctimas, procedentes de Nof HaGalil y Harish, incluían ocho niños de entre dos y 16 años.
Tras un evento en Evyatar, las familias exploraron un sitio arqueológico cercano. De pronto, los agresores corrieron hacia ellos, profirieron amenazas y causaron pánico. Una madre, en su intento de proteger a sus hijos, cayó, sufrió una fractura de pierna y necesitó hospitalización. Las fuerzas de las FDI y la policía intervinieron para evacuar a los niños y asistir a las familias.
Yossi Dagan, gobernador de Samaria, condenó el ataque: «Este acto de terrorismo anarquista revela el peligro que enfrentan los israelíes en Judea y Samaria. Exijo órdenes de alejamiento contra estos terroristas antiisraelíes, quienes usan el activismo como fachada. Israel no debe convertirse en un coto de caza para sus ciudadanos».
Yonatan, un niño de siete años presente en el incidente, relató: «Paseábamos cerca de unos olivos cuando un grupo nos sorprendió. Sus gritos nos aterrorizaron. Corrimos a una cuatrimoto para escapar. Temí que nos arrojaran piedras. Por suerte, la policía y el ejército llegaron».
Meir Bleicher, residente de Evyatar, describió el suceso: «Celebrábamos la recuperación de mi familia tras un accidente automovilístico. El paseo debía cerrar el día con alegría. Sin embargo, unas 30 personas nos confrontaron, gritando ‘¡Fuera de aquí!’.
Su avance rápido nos obligó a actuar. Saqué a los niños del todoterreno y protegí al grupo. La madre, al huir, resbaló, se fracturó una pierna y la evacuaron en ambulancia. El pánico dominó, pero evitamos una tragedia mayor por milagro».
Tamar (9 años), Naomi (12) y Ruth (14), también presentes, narraron: «Excursionábamos cuando un grupo de árabes nos gritó y acercó cámaras a nuestros rostros. El miedo nos hizo correr. Nuestra madre, con el bebé en brazos, se cayó y se rompió una pierna. Escapamos entre lágrimas. El ejército, la policía y una ambulancia llegaron. Un soldado nos consoló».