La muerte de Mike Vigoda, el fundador del bar original Mike’s Place en el centro de Jerusalén, en un presunto suicidio la semana pasada pone de relieve la preocupación de los profesionales de la salud mental por el aumento del número de suicidios en Israel durante la pandemia de coronavirus.
Mientras esperan que se reúnan y publiquen las cifras, un proceso algo arduo que podría llevar meses, los expertos están preocupados de que la COVID-19 haya dado lugar a una tormenta perfecta de puntos de desencadenamiento que podrían llevar a la gente al límite, incluyendo las dificultades económicas y la soledad.
“Hay dos buenas razones por las que suicidio podría aumentar durante el coronavirus, pero aún no hay datos. Una es el aislamiento social y el estrés financiero”, afirma el Dr. Mark Weiser, jefe de la división de psiquiatría del Centro Médico Sheba y profesor de psiquiatría de la Universidad de Tel Aviv.
“Es razonable predecir un aumento en los suicidios, pero solo lo sabremos después de obtener los datos concretos”.
En medio de la pandemia, Israel también está en una crisis económica, con una tasa de desempleo que ronda el 20%.
El Dr. E. David Klonsky, profesor del departamento de psicología de la Universidad de British Columbia, debía dar la conferencia principal en el Simposio de Investigación del Suicidio Israelí en mayo antes de que se pospusiera debido a la COVID-19.
“Hay muchas formas en que el coronavirus puede exacerbar el riesgo de suicidio, como por ejemplo, para las víctimas de la violencia doméstica, que preocupa a Israel ya que ha habido un aumento de los abusos durante la pandemia”, reafirma.
Según Klonsky, si bien el origen del dolor de quienes consideran el suicidio varía enormemente, las perspectivas desempeñan un papel importante en cuanto a si quienes son más vulnerables a poner fin a sus vidas siguen adelante con el acto.
“Si el sentido de la vida de una persona es extremadamente doloroso y abrumador, de manera que pierde la esperanza de que haya alguna manera de mejorar las cosas, eso es lo que aumenta el riesgo de suicidio”, menciona.
Ruti S., voluntaria de ERAN, el servicio de primeros auxilios emocionales de Israel, que se negó a dar su apellido completo para preservar el anonimato que anima a la gente a ponerse en contacto con la línea directa del grupo, ha observado un aumento en el volumen de llamadas.
“He sido voluntaria durante mucho tiempo y definitivamente hay más llamadas desde que comenzó la pandemia a finales de febrero”, informa.
Michal, que solo revelaría su nombre completo, ha experimentado los efectos devastadores que la COVID-19 tiene en la salud mental. Su hija trató de suicidarse por sobredosis en mayo.
“Fue uno de los peores días de mi vida. Seguí llamándola y ella no respondió. Abrí la puerta de su habitación y la encontré sin respuesta en la cama”, manifiesta Michal. “Agradezco a Dios cada día que los médicos fueron capaces de salvarla”.
La hija de Michal quedó devastada tras ser despedida de su trabajo en una tienda de ropa en Tel Aviv el día antes de su intento de suicidio.
“Me siento tan culpable. Debería haberme dado cuenta de que algo estaba muy mal. Soy su madre. Las madres deberían saber estas cosas”, señala Michal.
“Mi hija manifestaba que se sentía inútil, como un desperdicio de espacio”, añade. “Nunca pensé que se suicidaría”.
Sin embargo, no todos los profesionales de la salud mental están convencidos de que habrá un aumento de los suicidios durante la pandemia.
El Dr. Yehuda Oppenheim, uno de los principales psiquiatras clínicos legales de Israel, no ha visto ninguna diferencia en sus pacientes como resultado del nuevo coronavirus.
“El coronavirus podría atenuar sus condiciones preexistentes debido al aislamiento y a las menores posibilidades de conocer gente”, explica.
“Pero no he tenido a nadie que venga a mí como resultado directo del coronavirus y no he visto en mis propios pacientes a nadie que haya mostrado tendencias suicidas a causa del coronavirus”.
El suicidio en general no ha sido un problema desenfrenado en el Estado judío.
“En todo el país de Israel, tenemos alrededor de 300-400 suicidios al año, en una población de nueve millones. Incluso si las tasas suben a 1 200 (debido al coronavirus), es un número insignificante de casos”, afirma Weiser.
“La tasa de suicidios es baja en Israel en relación con otros países. El suicidio es un evento muy cultural. En algunos lugares, como los países escandinavos, los suicidios son mucho más altos que en otros países, como Italia e Israel, donde la tasa es menor”, indica.
Según Weiser, en Israel y en todo el mundo, las mujeres hacen más intentos de suicidio, mientras que los hombres tienen más suicidios consumados. Además, los ancianos tienen más probabilidades de suicidarse que los jóvenes.
Señala que las condiciones psiquiátricas, incluido el abuso de sustancias, hacen que las personas sean más propensas a sentirse suicidas.
“Hay cosas que puedes hacer para ayudar a prevenir el suicidio de alguien que conoces”, añade.
“En términos más generales, el suicidio es más común en las personas con depresión, así que, si ves a tu ser querido deprimirse, aunque no sea directamente suicida, es algo a lo que debes prestar atención y quizás hasta animarlo a ver a un profesional de la salud mental”, manifiesta Weiser.
“Los pacientes con enfermedades mentales graves tienen tasas muy altas de suicidio; entre el 5% y el 10% de los pacientes con esquizofrenia terminan su vida por suicidio”.
Por supuesto, el tratamiento de la salud mental no siempre es fácil de obtener durante la pandemia.
“El número de personas que acuden a las clínicas de salud mental ha disminuido porque la gente tiene miedo de contraer el coronaivus; como resultado, estamos haciendo mucha telemedicina por teléfono o vídeo. Además, casi todos los ancianos han dejado de venir”, informa Weiser.
“Puede que los ancianos no estén tan familiarizados con la tecnología como los jóvenes, lo que dificulta estas visitas en línea”.
Para las personas en tan mal estado que necesitan ser hospitalizadas, recibir atención hospitalaria también es un desafío.
“En otros hospitales psiquiátricos, los directores de los hospitales estaban justificadamente preocupados de que uno o dos pacientes pudieran infectar a toda una sala”, menciona Weiser.
“Por esa razón, muchos de los hospitales psiquiátricos están dando de alta a los pacientes y sus niveles de ocupación han bajado”.
Para los que dan positivos a COVID-19, recibir tratamiento para enfermedades mentales es un obstáculo aún mayor.
“Debido a los peligros de infección en los hospitales psiquiátricos, en Sheba abrimos en febrero la primera unidad psiquiátrica del país para todos los pacientes psiquiátricos que dieron positivo al coronavirus, con el fin de disminuir las infecciones en otros hospitales psiquiátricos”, indica Weiser.
Los efectos exacerbados que la COVID-19 tiene en la salud mental hacen que los profesionales en el campo pidan a todos que se mantengan vigilantes para prevenir los suicidios.