La crisis del coronavirus ha puesto de manifiesto la fragilidad de muchos sistemas de salud para los expertos y el público en general en todo el mundo.
Algunos funcionarios de salud pública percibieron la reciente crisis como un alarmante llamamiento a los países para que invirtieran en sus sistemas de salud.
La Dra. Maya Negev, de la Universidad de Haifa, dice: “Desde la perspectiva de la salud pública o de los sistemas de salud, podemos ver cómo el coronavirus nos está preparando para futuras emergencias climáticas porque vemos cómo los sistemas de salud deben estar preparados para períodos con una morbilidad significativamente mayor”.
El Dr. Hagai Levin, profesor adjunto de epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Hebrea de Hadassah en Jerusalén, dice: “Algunos países aprenderán la lección e invertirán en futuras pandemias, mientras que otros no lo harán. No se trata solo de medios, sino incluso de planificación”.
“La clave es invertir en estrategias de beneficios conjuntos que ayuden a mejorar la salud pública en tiempos normales [como una mejor preparación para la gripe estacional] o que promuevan una mejor preparación para una amplia gama de emergencias como el hambre, los terremotos y el cambio climático”.
El Dr. Uri Lerner, Director Científico de la organización de salud pública Midat, añade que la pandemia actual “ha hecho que el mundo comprenda que debemos estar preparados para las pandemias mediante el desarrollo de estrategias de respuesta y la compra de equipo médico para su uso futuro”.
Predice que “los países desarrollados, que se ven afectados económicamente por la política de cierre, invertirán en la respuesta y la preparación futuras” para evitar un desastre económico similar.
Además, dijo, si bien puede ser difícil predecir la frecuencia de futuras pandemias, “debemos aceptar los peores escenarios para que los Estados se comporten adecuadamente”. Si suponemos que las pandemias mundiales seguirán siendo raras cada 20 años, entonces la gente no tendrá el suficiente cuidado y estará mal preparada.
El cambio climático y la contaminación
Algunos expertos creen que el cambio climático y los factores antropogénicos (contaminación humana) darán lugar a un aumento de las pandemias mundiales.
Durante un seminario web titulado “La historia de dos crisis: el coronavirus y el Cambio Climático”, el Dr. Negev señaló que es probable que las enfermedades transmitidas por el aire y el agua en la región se vean afectadas por el cambio climático, ya que muchos vectores de enfermedades infecciosas como los mosquitos podrán prosperar en climas más cálidos y húmedos.
Dice que esta tendencia podría contribuir potencialmente a la propagación de ciertas enfermedades como el paludismo, el Zika, el Chikungunya y la fiebre del Nilo Occidental.
El cambio climático también puede exponer a los humanos y animales a enfermedades que no se han encontrado en miles de años.
Como el calentamiento lleva al derretimiento del permafrost en las regiones árticas y al derretimiento de los glaciares, algunos científicos están preocupados por la posible liberación de patógenos nocivos que han estado congelados e inactivos durante milenios.
Citando el caso de un brote de ántrax en Siberia en el verano de 2016, que se pensó que era el resultado de la contaminación bacteriana de los cadáveres de renos ablandados, el Dr. Lerner dice que “en este caso, la contaminación fue relativamente fácil de aislar ya que se produjo en zonas remotas”.
“Si esto hubiera ocurrido en una región o ciudad más poblada, con transporte regular a ciudades más grandes, el daño podría haber sido mayor. También tuvieron suerte porque el ántrax es un patógeno conocido. La situación también podría haberse agravado si el patógeno hubiera sido resistente a los antibióticos o nunca hubiera sido detectado por los humanos”.
Además del cambio climático, la expansión de los poblados humanos en todo el mundo también ha suscitado preocupación entre los expertos en salud pública. Es probable que esta tendencia, junto con la deforestación, aumente el contacto entre los seres humanos y la fauna silvestre y, por lo tanto, aumente la probabilidad de una transmisión bidireccional de enfermedades que rara vez o nunca se detectan (por ejemplo, el COVID-19).
El Dr. Negev subraya la importancia de prevenir o reducir al mínimo este contacto. “Debemos proteger los ecosistemas y evitar la deforestación, la intensificación de la agricultura, la urbanización y la caza de la fauna silvestre que acerca la fauna silvestre a los seres humanos”, dijo.
Vigilancia y respuesta futura
Aunque algunos expertos advierten que estas tendencias parecen inevitables, hay formas de prevenir o al menos mitigar y controlar futuras pandemias.
El Dr. Levin sugiere que “tenemos que centrarnos en la ciencia y la vigilancia. Necesitamos estar en guardia y medir cómo el medio ambiente afecta a los humanos y cómo los humanos impactan en el medio ambiente”. “Los académicos de varias disciplinas y países deben trabajar juntos”.
Haciéndose eco de pensamientos similares, el Dr. Negev dice que el reciente brote “nos ha mostrado vívidamente que las naciones no pueden combatir las epidemias por sí mismas”. “En el futuro, se necesitarán colaboraciones regionales e internacionales para el control y la vigilancia, así como para la producción y el intercambio de equipo médico”.
Según el Dr. Lerner, será “necesario producir un sistema mundial ordenado de vigilancia de las enfermedades infecciosas para identificar los brotes lo antes posible, incluso en los países que no comparten información (como China) o que tienen limitaciones de acceso a los instrumentos tecnológicos (como en África, o varias zonas remotas de Asia y América del Sur)”. “Las organizaciones internacionales tendrán que asumir la responsabilidad de orientar y producir los instrumentos en colaboración con esos países”.
El Dr. Lerner también sugiere que se elaboren tratados internacionales que traten de las pautas de la pandemia a la luz de la reciente crisis.
Tales tratados podrían permitir a un organismo internacional “obligar a un estado declarado pandémico a emprender un conjunto de directrices destinadas a reducir la propagación de la enfermedad dentro del territorio y también a prevenir la propagación de la enfermedad a los países vecinos”. En su opinión, un tratado de ese tipo establecería protocolos para las respuestas regionales y mundiales.
En todo caso, la pandemia de COVID-19 ha arrojado luz sobre la importancia de establecer la salud pública y la protección del medio ambiente como prioridades principales. Según el Dr. Levin, “la salud pública es tan importante para la seguridad nacional e internacional como los asuntos militares”.
El Dr. Negev ve la crisis de COVID-19 como “un mensaje para que pensemos en los seres humanos como parte del ecosistema y en cómo todos deberíamos interactuar de manera más sostenible”.