Los científicos conocen desde hace tiempo las mutaciones del ADN que hacen que las células pancreáticas sanas se vuelvan cancerosas. Lo que no se sabía es cómo las células del cáncer de páncreas hacen metástasis e invaden otros órganos.
El 22 de marzo, la revista Nature publicó un nuevo estudio dirigido por científicos israelíes de la Universidad Hebrea de Jerusalén que explica el mecanismo de la metástasis.
La investigación concluyó que la propagación del cáncer de páncreas por todo el cuerpo se debe a cambios en la composición de las moléculas de ARN de los tumores iniciales, que traducen las instrucciones del ADN para la síntesis de proteínas en las células.
La buena noticia es que ya existe al menos un fármaco que podría abordar los problemas con el ARN y, en última instancia, ayudar a los pacientes con cáncer de páncreas.
El cáncer de páncreas representa el tres por ciento de todos los casos de cáncer y el siete por ciento de todas las muertes por cáncer en Estados Unidos. Según la Sociedad Americana del Cáncer, el riesgo medio de contraer cáncer de páncreas a lo largo de la vida es de 1 entre 64 personas.
La enfermedad rara vez se detecta en sus primeras fases, cuando es más curable, debido a la falta de síntomas hasta que se ha extendido. En consecuencia, es el cáncer más letal, con una tasa de supervivencia global a cinco años de sólo el 7%, según la Clínica Mayo.
El estudio fue dirigido por la doctoranda Amina Jbara, del departamento de bioquímica y biología molecular y miembro del laboratorio del Prof. Rotem Karni. También participaron colegas del Centro Médico de Sheba y la Universidad de Bar-Ilan, la Universidad de Cornell y el Laboratorio de Cold Spring Harbor en Estados Unidos, y la Universidad de Toronto en Canadá.
“Analizamos muestras tumorales de unos 400 pacientes con cáncer de páncreas. La mitad de los tumores eran primarios, es decir, se encontraban en las primeras fases de la enfermedad y se limitaban al páncreas. La otra mitad eran tumores que ya habían hecho metástasis en otros órganos”, explicó Karni.
El equipo descubrió que el ARN de los tumores primarios era diferente del de los tumores con metástasis debido a una proteína central, RBFOX2, que controla el procesamiento del ARN.
RBFOX2 es un regulador de un mecanismo llamado splicing, que puede cambiar la información genética codificada dentro de las moléculas de ARN.
“Descubrimos que RBFOX2 se degrada y está presente en niveles mucho más bajos en las metástasis. En cambio, RBFOX2 no se degrada en los tumores primarios”, afirma Karni.
“Sabemos que las células metastásicas saben cómo degradar RBFOX2, pero no exactamente cómo. Pero cuando se pierde esta proteína, cambia la composición de cientos de moléculas de ARN y finalmente, por supuesto, de cientos de moléculas de proteína”, añadió.
Estudio en animales
El proceso de investigación consistió en tomar células metastásicas de un paciente humano y reexpresar artificialmente RBFOX2 en ellas. Esto impidió que las células se convirtieran en metástasis una vez introducidas en ratones.
A la inversa, los científicos tomaron células tumorales primarias de un paciente y silenciaron artificialmente RBFOX2, convirtiendo esas células en metastásicas.
El profesor Barak Rotblat, que estudia la biología molecular del cáncer en la Universidad Ben-Gurion del Negev, elogió las “elegantes técnicas de biología molecular” empleadas en el estudio.
“En mi opinión, este tipo de investigación es la forma en que la ciencia desentraña nuevos aspectos de la biología del cáncer esenciales para encontrar nuevas terapias. No hay muchos ejemplos de un trabajo tan profundo y exhaustivo que muestre la regulación del splicing en el cáncer en un solo artículo”, declaró Rotblat.
A la pregunta de si el nuevo estudio arroja alguna luz sobre otros tipos de cáncer, Karni se cuidó de señalar que hasta ahora la pérdida de RBFOX2 sólo se produce en las metástasis del cáncer de páncreas.
En cambio, ocurre lo contrario en otros tumores malignos, como el de mama, en los que la proteína está muy expresada.
Un segundo estudio
Un segundo hallazgo significativo recogido en el artículo podría dar lugar a una nueva arma en el arsenal contra el cáncer de páncreas.
“También descubrimos que RBFOX2 controla unos 100 genes relacionados con la organización esquelética de las células y su capacidad para desplazarse más rápidamente y crear tumores en otros órganos”, explica Karni.
Lo más importante es que otra proteína activada por RBFOX2 controla la organización del esqueleto. Afortunadamente, ya existe un fármaco que actúa con éxito contra esta otra proteína.
El fármaco se llama azatioprina (marca Imuran) y está aprobado como inmunosupresor para pacientes con trasplantes de órganos.
“Si utilizamos este fármaco, podríamos inhibir la metástasis en células que han perdido RBFOX2”, afirmó Karni.
Informó de que ya se han puesto en contacto con él pacientes de cáncer de páncreas que quieren saber cuándo estará disponible el fármaco para ellos.
“En primer lugar, somos científicos, no clínicos. Pero ahora estamos hablando con nuestros colaboradores en centros médicos para convencerles de que inicien un ensayo clínico con azatioprina o fármacos similares que aún no están aprobados”, dijo Karni.