Una madre de la zona de Shuafat, al este de Jerusalén, no pudo localizar su anillo de oro, pero los médicos del Centro Médico Shaare Zedek de Jerusalén (SZMC) lo descubrieron en la sonda alimentaria de su bebé de 2 años y medio y se lo extrajeron con suavidad tras administrarle anestesia.
Adam, el niño, mostraba rechazo a comer y expresaba molestias en la boca. Lo llevaron al SZMC después de que una radiografía en un hospital del este de Jerusalén identificara el problema pero el personal no pudiera solucionarlo. Allí, especialistas en otorrinolaringología retiraron el anillo con un endoscopio rígido sin dañar el esófago del niño. El niño fue enviado a casa en buen estado de salud.
El niño, normalmente sano y gregario, se comportaba de forma extraña cuando su madre intentaba darle de comer. Estaba relativamente tranquilo y no tenía molestias respiratorias cuando llegó al SZMC. Afortunadamente para él, no había riesgo de asfixia porque el anillo se alojó en el esófago proximal. Sin embargo, el mayor problema de ingerir un cuerpo extraño con bordes dentados o afilados es que podría provocar una perforación esofágica.

Pronto volveremos a la normalidad
Poco después de la operación, Adam volvió a comer con normalidad. Según el Dr. Anat Dinur, cirujano de cabeza y cuello y médico jefe de la división de otorrinolaringología, “El hecho de que avisara a sus padres de que se había tragado el anillo y el tratamiento rápido evitaron daños irreversibles en el esófago”.
Dinur pensó que sería una buena idea señalar que la ingestión de pilas de botón, que suelen encontrarse en los juegos infantiles y suponen una urgencia médica, es una de las mayores amenazas para los niños pequeños. Si no se extraen enseguida, la pila cierra un circuito eléctrico y provoca graves daños en los tejidos cercanos, edema, ulceración e incluso perforación.
Muhammad, el padre de Adam, dijo: “Dios nos protegió”. “Aplaudimos al equipo del Shaare Zedek por los rápidos y atentos cuidados que ayudaron a preservar su vida. Tras la intervención, Adam volvió pronto a comer y a sonreír”.
El padre dijo: “Esta experiencia nos sirvió de recordatorio para ser precavidos y vigilar a nuestros pequeños”.