La fiscalía acusó el jueves a dos miembros del grupo terrorista palestino Jihad Islámica de provocar incendios en la prisión de Ramon, en el sur de Israel, el mes pasado, en medio de la fuga de seis presos de seguridad palestinos.
Omar ar-Roub, que cumple cadena perpetua, y Hammouda Zaika colocaron colchones en una sala de duchas de la prisión y les prendieron fuego con un mechero, lo que provocó daños en las paredes del cubículo del baño, así como en el bloque de celdas, según la acusación.
Los disturbios en la prisión, así como en otras del país, se produjeron cuando el Servicio Penitenciario de Israel impuso nuevas restricciones a los reclusos tras la fuga de seis presos de seguridad de una prisión de alta seguridad de Gilboa el 6 de septiembre.
En ese momento, el Servicio Penitenciario comenzó a trasladar a los reclusos de la Jihad Islámica entre instalaciones tras la fuga, ya que cinco de los fugados eran miembros del grupo terrorista.
El 8 de septiembre se incendiaron dos celdas en diferentes alas de la prisión de Ramón, según el IPS. Ambos incendios fueron controlados al poco tiempo.
Ese mismo día, al menos siete celdas fueron incendiadas en la prisión de Ketziot, también situada en el desierto del Néguev israelí, por miembros de la Jihad Islámica tras negarse a ser trasladados entre secciones.

Los fiscales dijeron el jueves que si los guardias de la prisión no hubieran logrado extinguir el fuego rápidamente, “el incendio podría haberse extendido por toda la prisión y el incidente podría haber terminado en un terrible desastre y en la pérdida de vidas”.
Los seis presos -cinco de ellos miembros de la Jihad Islámica, junto con el conocido terrorista de Al Fatah Zakaria Zubeidi– se escaparon de la prisión de Gilboa, abriéndose paso a través del sistema de drenaje de su celda y de un espacio vacío bajo la prisión. Al parecer, empezaron a cavar en noviembre, utilizando chapas, manillas, escombros de edificios y parte de una percha metálica.
Cuatro de ellos fueron capturados en el norte de Israel en la primera semana, pero otros dos se dirigieron a la ciudad de Jenin, en el norte de Cisjordania, y se escondieron allí hasta su detención el 19 de septiembre.
La fuga puso de manifiesto una serie de fallos en la prisión, entre los que se encuentran el no haber aprendido las lecciones de anteriores intentos de fuga y varios errores operativos, como las torres de vigilancia sin personal y los guardias dormidos.