Un encuentro reciente en Jerusalén reunió a cientos de personas para un evento de oración y canto enfocado en la liberación de los rehenes. Jon Polin, padre de uno de los secuestrados, participó en el acto para reforzar la conciencia pública, convencido de que la atención hacia el tema se ha diluido con el paso del tiempo.
Desde el secuestro de su hijo, Jon ha estado inmerso en acciones de activismo que califica como desgastantes. Sin embargo, destaca estos encuentros como excepciones reconfortantes que fortalecieron tanto a él como a su esposa. Describe el ambiente como pacífico y unido, sin gritos ni confrontaciones, donde la comunidad se conectó a través de la espiritualidad para enfrentar colectivamente la realidad de la festividad.
El recrudecimiento del debate público lleva a Jon a insistir en que el regreso de los rehenes representa el primer paso esencial hacia cualquier proceso de recuperación. Subraya que la unidad nacional es igualmente prioritaria y expresa su confianza en que ese espíritu común aún existe, latente, y que es posible recuperarlo si se evita la fragmentación interna.
Al repasar su compromiso con la causa, aclara que él y Rachel se propusieron rescatar a todos los rehenes desde el inicio, con vida. Reitera que no dejarán de actuar mientras haya personas en cautiverio, y que el rescate debe ir acompañado por una recuperación integral, tanto individual como colectiva.
Una experiencia personal lo impulsa especialmente: Hersh, su hijo, mostró en su adolescencia un fuerte interés por el caso de Avera Mengistu, capturado por Hamás en 2014. Tras la reciente liberación de Avera, organizaron una celebración adicional en honor a la empatía de Hersh y al significado que habría tenido para él.
A pocas horas de Pésaj, Jon señala que, aunque promueve la alegría en otras celebraciones, esta festividad requiere una actitud distinta. Lamenta la contradicción entre el simbolismo de la libertad y la realidad de su pueblo. Recuerda el Séder del año anterior, marcado por el llanto y la esperanza, cuando aún ignoraban lo que los rehenes vivían.
Hoy, con testimonios confirmados, la verdad pesa más: Matan Angrest permanece en cautiverio, herido, y Alon Ohel, en condiciones extremas, probablemente encadenado y hambriento.
Considera que este Pésaj debe reflejar la gravedad de la situación. Exhorta a los judíos a aceptar la tristeza como parte necesaria del rito, incluso frente a los niños. Afirma que un Séder sombrío, difícil y desafiante es el único apropiado este año.