La detección del túnel subterráneo de Gaza a territorio israelí es el primer éxito operativo de la barrera subterránea construida a lo largo de la frontera con Gaza.
Este túnel fue localizado gracias a los dispositivos tecnológicos instalados en la barrera, que detectan las actividades de excavación o los esfuerzos por dañar la propia barrera. Desde esta perspectiva, no fue solo una operación preventiva, sino también un acontecimiento con implicaciones disuasorias. Podemos asumir que el túnel se construyó para probar la barrera, sondear sus capacidades y examinar las formas de evitarla. El hecho de que se haya detectado indica al otro lado que ahora se enfrenta a un desafío extremadamente formidable, que requerirá grandes sumas de dinero y recursos si quiere atravesar la barrera y penetrar en territorio israelí.
Junto con este logro táctico-operativo, sin embargo, este evento arroja luz sobre otros dos asuntos: Uno es operativo, y el segundo es estratégico.
Operativamente, parece que las organizaciones terroristas de Gaza (principalmente Hamás) no han abandonado la idea del túnel. A pesar de la barrera, que debería estar terminada en unos cinco meses, creen que pueden excavar e infiltrarse en Israel, y están decididos a hacerlo a casi cualquier precio. En consecuencia, podríamos ver esfuerzos para cavar más profundo, incluso tan profundo como los acuíferos, o desplazar el foco a la frontera entre Gaza y Egipto, y desde allí cavar en Israel en lugares donde la barrera aún no ha sido construida.
Estratégicamente, el evento indica que se están haciendo esfuerzos en Gaza para prepararse para la guerra. En los últimos meses, la evaluación general dentro del establecimiento de la defensa es que Hamás es débil y está disuadido, y no quiere una escalada. Las acciones de la organización terrorista sobre el terreno también han sido un testimonio: no se unió a los combates tras el asesinato del principal terrorista de la Jihad Islámica, Baha Abu Al-Atta, el pasado mes de noviembre, y se ha contenido tras numerosos incidentes por los que ha tomado represalias en el pasado. Hamás también ha tratado de promover las conversaciones de alto el fuego con Israel de cualquier manera posible.
Estas evaluaciones siguen siendo válidas. Hamás no quiere una guerra y prefiere una resolución que le permita rehabilitar la Franja y proporcionar calma y prosperidad (relativamente hablando; es Gaza después de todo) a sus residentes. Sin embargo, al mismo tiempo, Hamás no está en absoluto dispuesto a abandonar la idea de makawmeh, o resistencia, que es la base de su existencia. Y a pesar de la palabrería que está dando a los mediadores egipcios, a los qataríes y a las Naciones Unidas, Hamás era y sigue siendo una organización terrorista dedicada a la destrucción de Israel.
Por lo tanto, cuando Hamás cava túneles, esencialmente está señalando a su pueblo y al público de Gaza que aunque quizás haya alterado sus tácticas, su estrategia sigue siendo la misma, y que aunque le lleve un tiempo, volverá a su camino anterior.
Con este fin, sigue invirtiendo en su arsenal de cohetes y otros sistemas destinados a ser utilizados en una futura guerra con Israel, que bien podría estallar a corto plazo sin que ninguna de las partes lo desee. Después de todo, Gaza es Gaza, y es tan combustible como siempre – quizás aún más debido a la situación económica y al brote de coronavirus que hay allí.
Los funcionarios israelíes son conscientes de esta volatilidad y están tratando de evitar otra ronda de enfrentamientos. Paralelamente a la detección del túnel subterráneo, los funcionarios de defensa están trabajando enérgicamente para hacer avanzar una serie de proyectos civiles y humanitarios en Gaza para fomentar la paz y la tranquilidad a largo plazo. Pero nadie se hace ilusiones: Según el viejo cliché, que siempre se aplica a Oriente Medio y que se demostró de nuevo el martes, quien quiera paz (o incluso tranquilidad), debe prepararse para la guerra.