Ronen Bergman, experimentado periodista y analista israelí que colabora con el New York Times y Yedioth Ahronoth, declaró al Canal 12 que las explosiones de hoy afectaron a menos dispositivos de comunicación de Hezbolá en comparación con las de ayer. Sin embargo, indicó que los equipos atacados este día, al ser más grandes y contener una mayor cantidad de explosivos, generaron detonaciones mucho más potentes.
“Cualquier persona cercana a estos dispositivos habría tenido una posibilidad mucho menor de sobrevivir”, explicó Bergman. Añadió que los equipos destruidos eran walkie-talkies usados en comunicaciones militares, junto con otros componentes, y que los ataques apuntaban a resaltar la vulnerabilidad de toda la red de comunicaciones militares de Hezbolá.
Bergman sugirió que quien detonó los explosivos posiblemente lo hizo anticipando que, tras las explosiones de ayer, Hezbolá revisaría minuciosamente todos los dispositivos adquiridos al mismo proveedor o, incluso, todos aquellos que el grupo había comprado a cualquier proveedor externo. Por esta razón, la decisión de activar los explosivos hoy podría haber sido vista como “la última oportunidad” para llevar a cabo la operación.
El periodista señaló que este tipo de ataques suelen ser utilizados como un “último recurso”, diseñado para apoyar una ofensiva inminente o impedir un ataque sorpresa de Hezbolá que no pueda ser detenido de otro modo. A pesar de que el grupo terrorista ha culpado a Israel por los incidentes, el país aún no ha asumido oficialmente la responsabilidad de los ataques.
“El hecho de que alguien haya detonado estos explosivos refleja una necesidad urgente de mostrar el profundo daño que se le está causando a Hezbolá”, comentó Bergman, manteniéndose algo ambiguo sobre los responsables.
Asimismo, recordó que el lunes por la noche publicó un artículo en Yedioth citando a importantes fuentes de seguridad israelíes que advertían sobre un posible paso en falso que podría desencadenar una escalada en el frente norte.
Según su análisis, altos funcionarios de seguridad israelíes podrían estar preocupados de que un ataque inminente contra Hezbolá, aunque justificado, no necesariamente cumpliría con el objetivo formal de guerra: garantizar el retorno seguro de los residentes del norte de Israel.