BERLÍN, Alemania – El presidente de Alemania abrió el martes un lugar de conmemoración por una de las últimas masacres de civiles por parte de los nazis, donde más de 1.000 prisioneros fueron fusilados o quemados hasta morir en un granero.
Frank-Walter Steinmeier dijo que el resurgimiento del “pensamiento autoritario y nacionalista” subrayó la importancia del nuevo monumento en Gardelegen, a 150 kilómetros (90 millas) al oeste de Berlín.
El sitio documenta la marcha forzada de 1.016 debilitados prisioneros de los campos de concentración de Mittelbau-Dora y Neuengamme antes del avance americano en la primavera de 1945 al final de la Segunda Guerra Mundial.
Parte del convoy fue llevado en manada a un granero de piedra cerca de Gardelegen el 13 de abril de 1945, donde más de 100 tropas nazis -oficiales de las SS y soldados de la Wehrmack- los acribillaron con ametralladoras y granadas y luego le prendieron fuego al granero.
Los prisioneros eran principalmente trabajadores forzados no judíos de toda Europa.
Las tropas estadounidenses que llegaron un día después de la masacre obligaron a la gente del pueblo a llevar cruces de madera al cementerio local y a enterrar los cuerpos carbonizados.
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“Nuevo infierno”
La ceremonia estaba prevista para abril, en el 75º aniversario de la masacre, pero se pospuso debido al brote de coronavirus.
“La masacre aquí en Gardelegen fue una de las últimas”, dijo Steinmeier en presencia de dos sobrevivientes. “Las tropas americanas estaban a unos pocos kilómetros de distancia”.
Dijo que las víctimas “estaban entre los cientos de miles de personas torturadas que pensaban que habían escapado del infierno de los campos. Muchos de ellos fueron enviados a un nuevo infierno, el infierno de las marchas de la muerte”.
“Los perpetradores deben haber escuchado a la gente en el granero pidiendo ayuda, en ruso, polaco, francés, holandés, húngaro, italiano”, dijo.
“Es esencial que recordemos. Que salvaguardemos la memoria de los crímenes de los que muchos alemanes, aún hoy, no saben nada”, dijo Steinmeier, señalando que los nazis “mataron hasta el último minuto” de la guerra.
Lamentó que tan pocas personas fueran procesadas por los crímenes cometidos en la fase final de la guerra, diciendo que era “vergonzoso” que el principal culpable escapara a la justicia.
Gerhard Thiele, un líder local del partido nazi, fue acusado por varios testigos de dar la orden de quemar el granero.
Fue arrestado por los americanos en 1945 pero fue liberado por razones desconocidas y vivió durante décadas bajo un nombre falso.