Un grupo de arqueólogos de Varsovia trabaja en la restauración del mayor cementerio judío de la ciudad, desenterrando caminos, lápidas y objetos históricos ocultos por décadas.
Exploran un cementerio con más de 200.000 tumbas
En el corazón de Varsovia, un muro separa la bulliciosa calle Okopowa de un lugar de silencio y memoria: el cementerio judío más grande de la ciudad. Con 83 acres de extensión y alrededor de 200.000 tumbas, este sitio alberga los restos de figuras culturales, rabinos y activistas, entre ellos Ludwik Zamenhof, creador del esperanto, y Mark Edelman, líder del Levantamiento del Gueto de Varsovia.
Algunas lápidas han resistido el paso del tiempo, pero muchas se han inclinado bajo el peso del abandono. En la parte más alejada del cementerio, rodeadas por arces y abedules, miles de tumbas han desaparecido bajo la vegetación. Allí, unos 50.000 judíos descansan sin lápidas, víctimas del hambre, las enfermedades o las ejecuciones nazis, sepultados en dos fosas comunes.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el silencio cubrió la historia judía en Polonia. Nueve de cada diez judíos polacos fueron asesinados y los sobrevivientes en su mayoría dejaron el país. Los pocos que quedaron ocultaron su identidad durante la era soviética. Con el tiempo, el cementerio se convirtió en un bosque, con 8.000 árboles creciendo donde antes no había ninguno. Las hojas caídas cubrieron las tumbas y las enterraron aún más.
Arqueólogos rescatan la historia oculta bajo tierra
En los últimos años, la vida ha vuelto a este lugar. Un grupo de estudiantes de la Universidad de Varsovia ha logrado obtener permisos para excavar y restaurar su infraestructura, recuperando lo que la naturaleza y el olvido ocultaron. Convencer a las autoridades judías no fue sencillo. La ley religiosa dicta que los muertos deben permanecer inalterados en sus tumbas.
El proyecto comenzó en 2020, cuando la pandemia cerró otros sitios arqueológicos. Para completar sus estudios, los alumnos propusieron trabajar en el cementerio de la calle Okopowa. La Comisión Rabínica de Cementerios inicialmente rechazó la idea, pero los estudiantes insistieron, estudiando las normas religiosas y demostrando que su excavación no alteraría el suelo original.
La comisión permitió una prueba en un área pequeña, bajo la supervisión de Aleksander Schwarz, experto en cementerios judíos y leyes funerarias. Schwarz, con 25 años de experiencia, ha supervisado la búsqueda de tumbas en campos de exterminio como Sobibor y Belzec. Aunque nunca había trabajado con arqueólogos en un cementerio judío, aceptó el reto.
Descubrimientos clave en el cementerio de Varsovia
- Se han encontrado lápidas caídas y enterradas con nombres que no figuraban en ningún registro.
- Los estudiantes desenterraron un antiguo camino empedrado que nadie recordaba.
- Algunas lápidas del siglo XIX tenían esculturas inusuales, como ardillas y dragones, cuyo significado sigue en estudio.
- Restos de la Segunda Guerra Mundial, como balas, proyectiles y una pistola utilizada en el Levantamiento de Varsovia.
- En 2020, se halló un mortero alemán sin explotar, lo que obligó a evacuar el cementerio.
Un proceso riguroso para proteger las tumbas
Schwarz entrena a los estudiantes con estrictas normas. No pueden excavar profundamente ni perturbar restos humanos. Si encuentran huesos, deben detenerse de inmediato y notificar a la comisión rabínica, que decide qué hacer.
El primer gran hallazgo fue un camino empedrado que conectaba distintas partes del cementerio. A medida que avanzaban, encontraron más secciones enterradas, tumbas con nombres olvidados y documentos destruidos por los nazis. La reconstrucción ha permitido que visitantes y familiares redescubran la historia del lugar.
El impacto en los estudiantes y la comunidad
Para Kacper Konofał, estudiante de arqueología, el proyecto le ha permitido conectar con la historia judía de su país. Su tesis se centra en una colección de vasijas de vidrio utilizadas en rituales de purificación de cuerpos. Al visitar el cementerio, sintió que entraba en un mundo olvidado, en pleno centro de la ciudad.
El director del cementerio, Witold Wrzosinski, tuvo una experiencia similar. Creció en Varsovia sin visitar el lugar, aunque sabía que su familia estaba enterrada allí. En 2006, mientras estudiaba hebreo en la universidad, encontró un trabajo catalogando lápidas. Desde entonces, ha indexado más de 82.000 inscripciones. En 2008, halló la tumba de su tatarabuelo, lo que reforzó su vínculo con el sitio.
La escritora Patrycja Dołowy, exdirectora del Centro Comunitario Judío de Varsovia, recuerda cómo en su infancia el cementerio era un “jardín secreto”, un refugio donde la memoria judía permanecía oculta bajo la naturaleza. Cree que la restauración arqueológica es vital, pero también considera que la vegetación que cubre las tumbas forma parte de la historia del lugar.
Aunque los árboles siguen creciendo y algunas tumbas desaparecen bajo sus raíces, el trabajo arqueológico ha permitido devolver la memoria a miles de judíos enterrados en Varsovia, dándoles nuevamente un lugar en la historia.