Rusia está intentando disolver una milicia que formó, financió y armó en el sur de Siria, cerca de la frontera con Israel, durante los últimos años, como parte de un proceso de reconciliación en curso en la provincia de Daraa.
La policía militar rusa exigió a principios de este mes que los grupos afiliados a la Octava Brigada entregaran sus armas al mando de la misma, según informó el periódico londinense Al-Quds al-Arabi.
El líder del grupo, formado principalmente por antiguos combatientes de la oposición, acordó hace dos años unirse al ejército sirio con sus 10.000 efectivos paramilitares.
Pero los soldados de la 8ª brigada del 5º cuerpo del Ejército Árabe Sirio no son pagados por Damasco, sino por los rusos.
Los informes indican que no son especialmente leales al régimen ni a sus socios iraníes, y que Damasco y Teherán están descontentos con ellos desde hace tiempo.
Desde el mes pasado, cuando entró en vigor un alto el fuego con mediación rusa en la provincia de Daraa, se han realizado esfuerzos de reconciliación para permitir la evacuación de los rebeldes que se niegan a desarmarse, según los informes.
La agencia de noticias oficial SANA publicó entonces fotos de multitudes en los llamados “centros de reconciliación”. “Los combatientes armados en Daraa al-Balad comenzaron a entregar sus armas y a resolver su situación en los centros de reconciliación”, dijo.
Sin embargo, desde entonces se ha informado de pocos avances.