La amplia evidencia reunida y analizada durante meses prueba que los aviones de guerra rusos bombardearon cuatro hospitales sirios en el lapso de 12 horas en mayo como parte del esfuerzo de Moscú para mantener al presidente sirio Bashar Assad en el poder, reportó el domingo el New York Times.
“El bombardeo imprudente o intencional de hospitales es un crimen de guerra, pero probar la culpabilidad en medio de una compleja guerra civil es extremadamente difícil, y hasta ahora, los trabajadores médicos y los grupos de derechos humanos sirios carecían de pruebas”, escribió el periódico estadounidense en su informe.
El informe citaba testimonios de testigos oculares y decenas de miles de observaciones de vuelos, con referencias cruzadas con miles de transmisiones de radio internas de la Fuerza Aérea Rusa que no habían sido publicadas anteriormente y que habían sido decodificadas durante varias semanas, así como vídeos de tres de los cuatro ataques y que, en todos los casos, los tiempos registrados por los testigos sobre el terreno se correspondían con las comunicaciones de los pilotos en las que se decía que habían completado su misión. En al menos dos de los casos, las municiones utilizadas eran bombas de precisión que no poseía Siria sino Rusia.

Todos los hospitales de la provincia de Idlib meridional bombardeados en la campaña del 5 y 6 de mayo, el Hospital Quirúrgico de Nabad al Hayat, el Hospital Quirúrgico de Kafr Nabl, el Hospital de la Cueva de Kafr Zita y el Hospital Ortopédico de Al Amal, habían añadido sus ubicaciones a una lista de desconflictos patrocinada por las Naciones Unidas, que se envió a Rusia y a otros países para evitar que fueran blanco de ataques.
En cambio, los trabajadores de la salud en Siria creen que los sitios se convirtieron en una lista de objetivos para Moscú, que probablemente no enfrentará castigos internacionales por las redadas.
“La posición de Rusia como miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas la ha protegido del escrutinio y ha hecho que los organismos de las Naciones Unidas se muestren reacios a acusar a la Fuerza Aérea rusa de responsabilidad”, dice el informe.
Cita a Susannah Sirkin, directora de política de Physicians for Human Rights, diciendo que “los ataques a la salud en Siria, así como el bombardeo indiscriminado de instalaciones civiles, son definitivamente crímenes de guerra, y deberían ser procesados a nivel de la Corte Penal Internacional en La Haya”.
Moscú se negó a comentar sobre los bombardeos, limitándose a hacer referencia a declaraciones anteriores que afirmaban que la Fuerza Aérea Rusa solo apuntaba a “objetivos investigados con precisión”.
Desde el 5 de mayo, según el informe, al menos dos docenas de instalaciones médicas en áreas controladas por los rebeldes han sido atacadas de manera similar. Se dijo que el personal médico sirio esperaba que esos ataques contra objetivos civiles continuaran en ausencia de medios para hacer rendir cuentas a Rusia.