La ofensiva del ejército sirio en la provincia de Idlib en diciembre, acompañada del bombardeo masivo de asentamientos por parte de las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia, ha llevado a Oriente Medio al borde de una nueva catástrofe migratoria.
La serie de bombardeos conjuntos entre el régimen sirio y Rusia que comenzó el 12 de diciembre ha obligado a más de 200.000 residentes de las regiones del norte de Siria a abandonar sus hogares, dijo a Reuters la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de la ONU.
Según el departamento, para el 25 de diciembre el número de refugiados que huyen hacia la frontera turca había alcanzado los 235.000.
Con el apoyo de la artillería y los barcos desplegados en el mar Mediterráneo, las fuerzas aeroespaciales de Rusia han realizado más de 170 bombardeos, arrasando las ciudades de Maarat al-Numan y Saraqib, así como varios otros pueblos de Idlib.
“La nueva escalada de violencia en el noroeste de Siria está haciendo que la población civil sufra las destructivas consecuencias del combate”, dijo la OCHA. Decenas de miles de otras familias también están dispuestas a abandonar sus hogares, pero temen los ataques aéreos y los bombardeos.
La ola de migrantes se dirige hacia Turquía, que ya ha acogido a 3,7 millones de sirios que se han visto obligados a huir de la guerra, que lleva ocho años haciendo estragos.
El nuevo intento del ejército de Assad de tomar el control de Idlib, donde permanecen alrededor de 3 millones de personas, amenaza con provocar una repetición de la crisis de los migrantes. En el marco del acuerdo que firmó con la UE en 2016, Turquía se ha comprometido a actuar como una barrera para los migrantes que se dirigen a los países europeos.
Sin embargo, “a menos que cese la violencia en Idlib, Ankara no podrá soportar esta carga por sí sola”, dijo el domingo el presidente turco Recep Erdogan. Según él, unos 80.000 sirios ya están esperando en la frontera, y esta cifra podría aumentar.
El problema de los refugiados preocupa a Alemania, que el año pasado aceptó a unos dos millones de inmigrantes y que gasta 12.900 millones de euros al año para apoyarlos.
El viernes, la canciller alemana Angela Merkel realizó una visita urgente a Ankara para discutir con Erdogan el pacto de migración, al que Bruselas ha destinado 3.000 millones de euros.
Con estos fondos, Turquía debe construir y mantener campamentos de migrantes e impedir que éstos lleguen a la frontera con Grecia.
La semana pasada, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, pidió que se pusiera fin a la “carnicería” en Idlib. “Rusia, Siria e Irán están matando a miles de civiles inocentes. Deténganse”, escribió en Twitter.
El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, tras las conversaciones con su colega iraní Mohammad Javad Zarif, afirmó que Washington es culpable de la escalada de violencia. Según Lavrov, Estados Unidos ha estado “alimentando el separatismo” en el noreste de Siria.