Los intereses de Rusia y Turquía en Siria se contraponen en numerosos temas, en especial en cuanto el papel que deberá jugar Bashar al Assad en el futuro del país y, sobre todo, en relación con la actitud hacia los kurdos y los grupos rebeldes contrarios al dictador.
Una delegación turca encabezada por el ministro de Exteriores, Mevlüt Cavusoglu, estuvo ayer en Moscú para intentar limar asperezas y evitar que la retirada anunciada de las tropas estadounidenses pueda provocar contradicciones o enfrentamientos armados no deseados.
Los ministros de Relaciones Exteriores de Rusia y Turquía discutieron la coordinación entre sus fuerzas en Siria luego de la decisión de Estados Unidos de retirar las tropas de la república árabe, dijo el sábado el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov.
«Hoy se llegó a un acuerdo sobre cómo los representantes militares de Rusia y Turquía continuarán coordinando sus pasos ‘en el terreno’ bajo nuevas condiciones con miras a la erradicación definitiva de la amenaza terrorista en la República Árabe Siria», dijo Lavrov.
Rusia y Turquía, junto con Irán, apoyan el proceso de Astaná (Kazajstán) cuyo objetivo es lograr la paz y posibilitar un arreglo político. La ayuda de Rusia ha sido determinante para que el régimen de Siria recupere el control de casi dos tercios de su territorio tras una guerra que dura desde 2011 y ha causado ya más de 360.000 muertos.
En un abrupto cambio de política, Trump ha dicho que Washington retirará aproximadamente 2.000 soldados estadounidenses en Siria, lo que desbaratará un pilar de la política estadounidense en el Medio Oriente y alarmará a los aliados estadounidenses.