El presidente interino de Siria, Ahmed al-Sharaa, anunció que los responsables de la reciente matanza de civiles enfrentarán la justicia, calificando los hechos como una grave violación de los derechos humanos. En un mensaje difundido por la agencia estatal SANA, aseguró que no habrá indulgencia para quienes hayan participado en la violencia ni para aquellos que abusaron del poder estatal.
Al-Sharaa señaló a seguidores del derrocado Bashar al-Assad y a actores extranjeros no identificados de intentar avivar el caos en el país. Según sus declaraciones, remanentes del antiguo régimen buscan desatar una guerra civil para fracturar la unidad y estabilidad de Siria.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos actualizó el lunes la cifra de víctimas, informando que 973 civiles han muerto desde el 6 de marzo en ejecuciones sumarias y ataques de limpieza étnica en la región costera alauita, bastión de la comunidad a la que pertenecía Assad. La cifra anterior de 830 ya mencionaba asesinatos en Latakia y Tartus, provincias en el litoral mediterráneo.
Además de las víctimas civiles, el Observatorio reportó la muerte de al menos 125 miembros de las fuerzas de seguridad y 148 combatientes progubernamentales. Fuentes de seguridad sirias indicaron que más de 300 efectivos murieron en enfrentamientos con exsoldados leales a Assad, quienes lanzaron ataques desde el jueves pasado. Estos grupos también habrían saboteado infraestructuras clave, afectando el suministro de electricidad y agua.

El domingo, la agencia SANA informó sobre el hallazgo de una fosa común cerca de Qardaha, ciudad natal de Assad, que contenía cuerpos de miembros de las fuerzas de seguridad recientemente ejecutados.
Los ataques contra civiles alauitas han sido atribuidos a milicias rebeldes que luchan contra el nuevo gobierno. Las autoridades de Damasco han responsabilizado a estos grupos de las ejecuciones de jóvenes y los asaltos mortales en pueblos habitados por esta minoría.
El jefe de derechos humanos de la ONU, Volker Turk, instó a detener de inmediato los asesinatos, mientras que la comunidad internacional, incluyendo la Liga Árabe, Estados Unidos y Reino Unido, condenó la violencia.
Un comandante de una milicia kurda siria, que mantiene un conflicto separado con Turquía, acusó a facciones islamistas respaldadas por Ankara de haber cometido algunas de las peores atrocidades contra los alauitas. El gobierno turco no respondió a estas acusaciones.
El domingo, la presidencia siria informó en Telegram la creación de un comité independiente encargado de investigar las violaciones contra civiles y llevar a los culpables ante la justicia.
Los enfrentamientos entre fuerzas leales al nuevo gobierno y seguidores del régimen anterior estallaron el jueves, tras una escalada de tensiones. Desde Damasco, Al-Sharaa hizo un llamado a la unidad nacional, expresando su esperanza de que todos los sirios puedan convivir pacíficamente.
En la sede de la ONU en Nueva York, diplomáticos informaron que Estados Unidos y Rusia han solicitado una reunión urgente del Consejo de Seguridad para abordar la crisis en Siria.
Fuerzas sirias rastrean insurgentes tras masacres en comunidades alauitas

Imágenes en redes sociales capturaron el avance de fuerzas de seguridad sirias a bordo de camionetas y camiones, desplazándose entre densas columnas de humo negro en dirección a Jableh, ciudad situada entre Latakia y Tartus.
El Ministerio del Interior anunció el domingo que tropas gubernamentales ejecutaban “operaciones de barrido” en la provincia de Tartus con el objetivo de capturar a los últimos remanentes del régimen derrocado. Paralelamente, SANA citó a una fuente del Ministerio de Defensa que confirmó enfrentamientos en la aldea de Tanita, dentro de la misma región.
En Latakia, un fotógrafo de la AFP documentó la entrada de un convoy militar en un barrio, donde efectivos registraban viviendas en busca de insurgentes. Mientras tanto, una fuente de seguridad indicó que el ritmo de los combates se había reducido en los alrededores de Latakia, Jableh y Baniyas. Sin embargo, en las montañas cercanas aún se ocultan cerca de 5.000 combatientes leales al expresidente Bashar al-Assad.
En Baniyas, situada más al sur, Samir Haidar, residente de 67 años, relató a la AFP cómo grupos armados irrumpieron en los hogares y asesinaron a dos de sus hermanos y a su sobrino. Según Haidar, entre los atacantes había extranjeros. “Reunieron a todos los hombres en el techo y abrieron fuego contra ellos”, denunció.
Los asesinatos masivos se desataron luego de la captura de un sospechoso en una localidad predominantemente alauita, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos. El organismo informó el sábado sobre un “relativo retorno a la calma” en la región costera tras los enfrentamientos.
Desde Estados Unidos, el secretario de Estado, Marco Rubio, instó a Siria a garantizar justicia para las comunidades minoritarias afectadas por las masacres. En la misma línea, el secretario de Relaciones Exteriores británico, David Lammy, exigió a las autoridades de Damasco que protejan a todos los ciudadanos y establezcan un plan claro hacia la justicia transicional.

En Jordania, el ministro de Relaciones Exteriores sirio, Asaad al-Shaibani, aseguró que toda persona implicada en los crímenes será llevada ante la justicia.
Por su parte, la administración kurda semiautónoma del norte y este de Siria condenó las matanzas y advirtió que estos actos de violencia remiten a un período oscuro que la población siria rechaza revivir.
Gobierno interino en Siria promete justicia mientras enfrenta escepticismo internacional
El grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), encabezado por Ahmed al-Sharaa y responsable del derrocamiento de Bashar al-Assad en diciembre, mantiene vínculos con la antigua rama siria de Al-Qaeda. A pesar de sus intentos por suavizar su imagen, Estados Unidos y otros gobiernos aún lo consideran una organización terrorista.
Desde la toma de poder de los rebeldes, HTS ha prometido proteger a las minorías religiosas y étnicas en Siria. El nuevo gobierno ha iniciado contactos con diplomáticos occidentales y países vecinos en busca del levantamiento de sanciones y la atracción de inversiones para la reconstrucción del país, devastado tras 13 años de guerra civil bajo el régimen de Assad.

Sharaa ha declarado que Siria debe edificarse “sobre el imperio de la ley”. Sin embargo, el ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Gideon Sa’ar, advirtió en una entrevista con el periódico alemán Bild que Europa “debe despertar” y no conceder legitimidad a las nuevas autoridades, a las que sigue calificando como yihadistas.
Assad huyó a Rusia el año pasado tras su derrocamiento, marcando el fin de décadas de represión y guerra. No obstante, varios de sus asesores y seguidores más cercanos permanecieron en el país.
A lo largo de la guerra, los rebeldes contaron con el respaldo de países occidentales, estados árabes y Turquía, mientras que Assad recibió apoyo de Rusia, Irán y milicias alineadas con Teherán. La guerra transformó a Siria en un campo de batalla de múltiples facciones con intereses divergentes, causando cientos de miles de muertes y el desplazamiento de millones de personas.
Desde la caída de Assad, enfrentamientos entre grupos respaldados por Turquía y fuerzas kurdas han sacudido el noreste de Siria. Paralelamente, Israel ha lanzado ataques contra instalaciones militares sirias, presionando a Estados Unidos para mantener al país en una posición vulnerable. Según fuentes citadas por Reuters, Israel justifica sus ataques alegando que busca evitar que arsenales caigan en manos de grupos hostiles.