ALMATY, Kazajstán – Dos astronautas de la NASA y un cosmonauta ruso regresaron a salvo de la Estación Espacial Internacional (ISS) a un planeta asolado por la pandemia de coronavirus el viernes.
Andrew Morgan, Jessica Meir y Oleg Skripochka aterrizaron en el centro de Kazajstán a las 0516 GMT en la primera misión de regreso desde que la Organización Mundial de la Salud declaró a COVID-19 una pandemia mundial en marzo.
“¡TOUCHDOWN! ¡Bienvenidos a casa, Oleg Skripochka, Andrew Morgan y Jessica Meir!”, la agencia espacial rusa Roscosmos dijo en un tweet el viernes.
Mientras que el lugar de aterrizaje del trío al sureste de la ciudad kazaja de Dzhezkazgan es el mismo que el de las tripulaciones anteriores, la pandemia ha obligado a una serie de cambios en el protocolo de fin de misión.
Roscosmos dijo el martes que las tripulaciones que se reunieron con el trío en el lugar de aterrizaje fueron probadas para COVID-19 y se pondrán ropa protectora de cuerpo entero.
La tripulación también evitará el puesto de escala habitual del aeropuerto de Karaganda – cerrado como tantos otros aeropuertos del mundo, para sus respectivos viajes de regreso a Rusia y los Estados Unidos.
En su lugar, el Skripochka volará desde el cosmódromo de Baikonur utilizado para lanzar misiones a la ISS mientras que el dúo de la NASA despegará en un avión desde la ciudad esteparia de Kyzlorda después de un viaje de varias horas.
En una aparición en los medios de comunicación a bordo de la ISS antes de su partida, Meir dijo que sería difícil renunciar a los abrazos con la familia y los amigos mientras se familiariza con una nueva cultura de distanciamiento físico en la Tierra.
“Creo que me sentiré más aislada en la Tierra que aquí”, reflexionó Meir, quien hizo historia como la mitad de la primera caminata espacial de mujeres junto con su colega de la NASA Christina Koch en octubre.
Meir es judía y su difunto padre se crió en Tel Aviv. Ella ha hablado y publicado material relacionado con Israel, su religión y su familia varias veces desde el espacio.
La Estación Espacial Internacional, un raro ejemplo de cooperación entre Rusia y Occidente, ha estado orbitando la Tierra a unos 28.000 kilómetros por hora desde 1998.