La última vez que se tomaron las constantes vitales y los parámetros fisiológicos de un israelí en el espacio fue en 2003, en la misión del Columbia del difunto Ilan Ramon, el primer astronauta israelí.
Ahora, desde la Tierra se han realizado varias veces pruebas de visión a Eytan Stibbe, el segundo astronauta israelí que debe regresar a la Tierra el miércoles, y la última vez será cerca del final de la misión en la Estación Espacial Internacional. Fue lanzado al espacio para una misión privada de 10 días en el cohete SpaceX Falcon 9 de Elon Musk.
El estudio fue supervisado desde el centro de control terrestre de Rakia, en Tel Aviv, por el profesor Uri Polat, director de la Escuela de Optometría y Ciencias Visuales; el profesor Yossi Mandel, jefe del Laboratorio de Ciencia e Ingeniería Oftalmológica de la Universidad de Bar-Ilan, en Ramat Gan; y el doctor Eran Schenker, médico espacial y director médico del Instituto de Medicina Aeroespacial de Israel.
La exposición prolongada a las condiciones de microgravedad durante las misiones espaciales puede deteriorar la visión; entre los síntomas de los que informan los astronautas que han estado en el espacio se encuentran la disminución de la visión, los cambios en el nervio óptico, la retina y una diferencia en el error de refracción (retina), que implica problemas para enfocar la luz con precisión en la retina debido a la forma del ojo y/o la córnea.
El test de visión digital a través de una tableta o un teléfono móvil diagnostica la agudeza visual sin necesidad de acudir a una prueba ocular. “Tengo que decir que después de un año de exigente trabajo y de interminables reuniones con los responsables de las agencias espaciales, los representantes de SpaceX y el equipo de Axiom están en el centro de control de misiones espaciales en tierra conectado a la estación espacial y esperando la confirmación de que el estudio se ha completado con éxito”, dijo Polat.
“Mientras se supervisa el estudio en el control de tierra, un astronauta lleva a cabo la primera investigación israelí en el campo de la visión en la Estación Espacial Internacional”, añadió Mandel. “Es un sueño que se ha hecho realidad y un avance para muchos otros estudios médicos en el futuro”.
Para Schenker, que como médico espacial estudió diversos fenómenos biológicos en el espacio durante el último cuarto de siglo, ésta no es la primera misión espacial. “Tuvieron que pasar más de cinco años antes de que los investigadores israelíes fueran enviados de nuevo al espacio con tecnología israelí coordinada por el Instituto de Medicina Aeroespacial de Israel (IAMI)”, recordó. “El IAMI pudo lanzar estudios en todos los transbordadores espaciales de la NASA por aquel entonces. Con la tecnología de SpaceX y la misión Axiom-1, se han lanzado más de 30 estudios a la estación espacial, que se complementan con Eytan Stibbe”.
“Schenker añadió que la misión contribuirá sin duda en gran medida a comprender las funciones visuales en condiciones de gravedad cero y ayudará en gran medida a planificar misiones espaciales a largo plazo para la Luna y más adelante para Marte”.
Recientemente se informó del síndrome neuroocular (SANS) como resultado de la exposición prolongada a la ingravidez. Actualmente se dispone de poca información sobre los efectos sutiles de la ingravidez en la función visual espacial y temporal durante los vuelos de corta duración.
La investigación actual tiene como objetivo no sólo evaluar los efectos de la ingravidez en la función visual, sino también el grado de recuperación de las funciones visuales al volver a la gravedad normal. El novedoso estudio supone, pues, un avance tecnológico y científico en el campo ocular en el espacio, todo ello fruto de la innovación israelí.
El estudio de los cambios visuales y de la presión intracraneal (PIC) en los astronautas en vuelos de larga duración es un tema de interés relativamente reciente para los profesionales del campo de la medicina espacial. Aunque los signos y síntomas notificados no parecen ser lo suficientemente graves como para causar ceguera, se desconocen las consecuencias a largo plazo de una presión intracraneal crónicamente elevada.
La NASA ha informado de que 15 astronautas masculinos de entre 45 y 55 años de edad han experimentado cambios visuales y anatómicos confirmados durante o después de los vuelos de larga duración. Stibbe, un multimillonario israelí que se pagó el viaje (con 50 millones de dólares) para participar en la misión, tiene 64 años.
En estos astronautas se han documentado edema del disco óptico, aplanamiento del globo, pliegues coroideos, desplazamientos hipermétropes y un aumento de la presión intracraneal. Algunos individuos experimentaron cambios transitorios después del vuelo, mientras que otros han informado de cambios persistentes con diversos grados de gravedad.
Aunque se desconoce la causa exacta, se sospecha que el desplazamiento cefálico del líquido inducido por la microgravedad (una distribución significativamente alterada del líquido dentro de los compartimentos de la cabeza y el cuerpo) y los cambios fisiológicos comparables desempeñan un papel importante en estos cambios. Otros factores que contribuyen a ello pueden ser las bolsas de dióxido de carbono y el aumento de la ingesta de sodio.