La intriga sobre el misterioso “viento solar” que emana del Sol puede haber encontrado su respuesta, proporcionada por la nave espacial Solar Orbiter.
El Misterio del Viento Solar: Chorros Picoflare
Desde hace décadas, los científicos se han cuestionado sobre el origen del viento solar, una corriente potente de partículas cargadas que se desprenden del Sol a velocidades impresionantes. Las consecuencias de este viento pueden ser tan significativas que pueden generar auroras luminosas en la Tierra y potencialmente dañar satélites en órbita.
Un reciente estudio revela que estos vientos podrían ser alimentados por pequeñas ráfagas de gas sobrecalentado, que brotan desde la superficie solar. Estas ráfagas han sido denominadas como “chorros picoflare” debido a que poseen una trillonésima parte de la energía de las grandes llamaradas solares. La terminología “pico” hace referencia al valor 10-12.
Lakshmi Pradeep Chitta, del Instituto Max Planck de Investigación del Sistema Solar en Gotinga, Alemania, afirma: “Lo que observamos podría ser una fuente importante de viento solar”. Este descubrimiento se documenta con rigor en la revista Science.
La Tecnología detrás del Descubrimiento: Solar Orbiter
Para descifrar este misterio, se recurrió a la tecnología espacial avanzada. La Solar Orbiter, perteneciente a la Agencia Espacial Europea, se encargó de detectar estos chorros emergentes de la atmósfera solar. En marzo de 2022, esta nave capturó imágenes de alta resolución de los chorros picoflare mientras orbitaba cerca del polo sur del Sol.
Las imágenes desvelaron estructuras oscuras, de cientos de kilómetros, que aparecían y desaparecían en intervalos de 20-100 segundos. En dicho lapso, la energía emitida por un chorro es equivalente al consumo anual de energía de 3.000 a 4.000 hogares estadounidenses, según Chitta.
Esta misión, lanzada en 2020, ha ofrecido visiones previamente inalcanzables, como pequeñas llamaradas bautizadas como “hogueras”, gracias a su cercanía al Sol durante sus órbitas elípticas.
Chorros Picoflare: Impulsados por el Campo Magnético
Los chorros picoflare, además de ser responsables de expulsar materia solar, son probablemente impulsados por perturbaciones en el campo magnético del plasma solar de millones de grados. Esta revelación es esencial para comprender cómo se generan y alimentan los vientos solares.
La Solar Orbiter, al estar ubicada a solo 45 millones de kilómetros del Sol, más cerca que la órbita de Mercurio, pudo detectar estos chorros con precisión. Su posición cercana ha facilitado la captura de imágenes de estructuras previamente invisibles para la observación humana.
El equipo de Chitta identificó estos chorros en una región oscura denominada “agujero coronal”. Estos agujeros son brechas temporales en el campo magnético solar que permiten la salida de partículas. Si bien se han considerado como fuente del viento solar, su función exacta ha sido objeto de debate hasta este descubrimiento.
Observaciones corroborativas de la misión Parker Solar Probe
Los datos recolectados por Chitta se alinean con las observaciones realizadas por otros telescopios especializados, incluida la misión Parker Solar Probe de la NASA. Esta misión, que periódicamente sobrevuela las proximidades solares, también detectó pequeños chorros en la parte inferior de la atmósfera solar que parecen actuar como impulsores de energía para el viento solar.
El registro de estos fenómenos contribuye significativamente a completar el espectro comprensivo de los mecanismos solares activos, afirma Dan Seaton, destacado físico solar del Southwest Research Institute, ubicado en Boulder, Colorado.
Actualmente, se considera que el Sol puede estar en la cúspide de su ciclo de actividad de 11 años, periodo durante el cual se observa un incremento en las manchas solares y en la frecuencia de grandes erupciones solares.
Erupciones de clase X: impactos en la comunicación terrestre
En julio y agosto pasados, se registraron tres de las mayores erupciones solares clasificadas como erupciones de clase X. Notablemente, la erupción del 7 de agosto causó una perturbación radioeléctrica significativa en la Tierra, interfiriendo con sistemas de navegación.
Este tipo de eventos magnéticos extremos pone en evidencia la relevancia de comprender en profundidad los fenómenos solares y sus repercusiones en la tecnología terrestre.
Para Andrei Zhukov, físico solar del Real Observatorio de Bélgica en Bruselas y colaborador del proyecto Solar Orbiter, el aumento en la actividad solar representa “una mina de oro” para la comunidad científica especializada en la investigación solar.