Investigación demuestra que adultos con discapacidad intelectual pueden mejorar su inteligencia
Durante décadas, la comunidad científica asumió que las personas con discapacidad intelectual enfrentaban un deterioro cognitivo temprano con el paso de los años.
Un estudio dirigido por Hefziba Lifshitz, de la Universidad Bar-Ilan, contradice esa creencia y confirma que tanto individuos con síndrome de Down como aquellos con discapacidad intelectual no especificada pueden desarrollar sus habilidades cognitivas incluso en la adultez. La investigación revela que la inteligencia puede seguir evolucionando hasta los 50 años.
«Antes pensábamos que era un mito. Ahora contamos con evidencia de que estas poblaciones continúan su desarrollo cognitivo en la edad adulta, y es el momento ideal para potenciar sus capacidades», declaró Lifshitz en una entrevista con The Times of Israel.
Los resultados destacan la importancia de ampliar los programas educativos más allá de la adolescencia, pues las personas con discapacidad intelectual muestran una progresión constante en su desarrollo cognitivo.
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«Dado que la esperanza de vida de esta población sigue aumentando y muchos superan los 80 años, la educación continua es fundamental», afirmó Lifshitz.
En colaboración con el Dr. Roi Yozevitch, de la Universidad de Ariel, y la Dra. Shlomit Shnitzer-Meirovich, de la Facultad de Educación de Levinsky, el estudio fue publicado en la prestigiosa revista científica Scientific Reports.
Primera generación universitaria
Los hallazgos de Lifshitz se fortalecieron con la graduación de seis adultos con discapacidad intelectual, de entre 30 y 40 años, quienes obtuvieron su licenciatura en Ciencias Sociales Multidisciplinarias en la Universidad Bar-Ilan en julio de 2024. Dos de los graduados tienen síndrome de Down.
Junto con la Dra. Shoshana Nissim y la Dra. Irit Chen, Lifshitz creó en 2014 el Proyecto de Empoderamiento, una iniciativa pionera en Israel.
Este programa brinda formación universitaria adaptada a 120 adultos con distintos niveles de discapacidad intelectual, desde leve hasta profunda.
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Los seis egresados participaron en clases regulares junto a estudiantes sin discapacidad, realizaron investigaciones, elaboraron trabajos académicos, aplicaron encuestas y completaron un curso de estadística básica.
Ruti Bar-Or, una de las graduadas con síndrome de Down, expresó que el apoyo del personal docente le permitió comprender mejor los contenidos y que su objetivo es enseñar a personas con necesidades especiales.
Otro estudiante, Oded Naftali, también con síndrome de Down, relató que al inicio de su experiencia universitaria era «tímido», pero con el tiempo ganó confianza. «Cuando no entendía algo, preguntaba», afirmó.
Avance en el coeficiente intelectual
Al inicio del programa, Lifshitz evaluó el coeficiente intelectual de los estudiantes y confirmó que se encontraba dentro del rango de discapacidad intelectual.
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Tras más de cuatro años de estudio, los resultados indicaron que el CI de los graduados se acercaba a niveles considerados normales, lo que demuestra que la educación postsecundaria puede potenciar las capacidades cognitivas de los adultos.
«Presenciamos su evolución en tiempo real», destacó Lifshitz.
Durante años, la idea predominante era que los adultos con discapacidad intelectual estaban predispuestos a la demencia prematura y a un deterioro en su comportamiento adaptativo. La investigación demuestra lo contrario.
El estudio se sustenta en la «teoría de la edad de compensación» de Lifshitz, la cual postula que el retraso en el desarrollo infantil de estas personas se compensa con la madurez y la experiencia adquirida en la adultez.
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Los datos empíricos indican que la combinación de edad, madurez y experiencias de vida, junto con intervenciones cognitivas y aprendizaje académico, puede mejorar la alfabetización en adultos con discapacidad intelectual.
Formación continua
Tras la graduación en Bar-Ilan, Lifshitz consideró concluida su labor. Sin embargo, las familias de los estudiantes solicitaron continuar con su educación.
Actualmente, los graduados cursan un programa de un año para certificarse como bibliotecarios y realizan pasantías en la División de Biblioteca e Información de la universidad.
«Durante años, se creyó que el único objetivo educativo para los adultos con discapacidad intelectual era preservar su conocimiento», manifestó Lifshitz. «Ahora sabemos que podemos desarrollarlo».
Reiteró que todas las personas con discapacidad intelectual pueden beneficiarse de la educación postsecundaria.
«Si ellos deciden estudiar», afirmó Nissim, director del Proyecto de Empoderamiento, «es responsabilidad de la sociedad proporcionarles las herramientas adecuadas para alcanzar sus metas».