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Portada » Ciencia y Tecnología » Estudio israelí vincula FIV con mayor prevalencia de TEA en niños

Estudio israelí vincula FIV con mayor prevalencia de TEA en niños

por Hadar Malka
15 de mayo de 2025
en Ciencia y Tecnología

Investigación de 2010 en Israel halla que 10.5% de niños con TEA fueron concebidos por FIV, tres veces más que en población general.

Hallazgos clave del estudio del Centro Médico Assaf Harofeh

Un estudio realizado en 2010 por el Centro Médico Assaf Harofeh, afiliado a la Universidad de Tel Aviv, identificó una relación significativa entre la fertilización in vitro (FIV) y una mayor prevalencia de trastornos del espectro autista (TEA) en niños. La investigación, liderada por la Dra. Ditza Zachor, directora del Centro de Autismo del hospital, analizó datos de 461 niños diagnosticados con TEA. Los resultados revelaron que el 10.5% de estos niños fueron concebidos mediante FIV, en comparación con solo el 3.5% de la población general israelí, lo que indica una proporción tres veces superior.

El estudio se centró en evaluar las características de los niños con TEA y sus condiciones de concepción. Los investigadores recopilaron información sobre el uso de FIV, medicamentos para la fertilidad, edad materna y factores perinatales como prematuridad y bajo peso al nacer. Entre los hallazgos, se observó que las madres de niños con TEA concebidos por FIV tenían una edad promedio de 32.6 años, superior a los 30.9 años de las madres de niños concebidos naturalmente. Además, el 3.9% de los niños con TEA nacieron prematuros y el 4.8% presentaron bajo peso al nacer, tasas más altas que el 1% registrado en la población general.

La investigación no estableció una relación causal directa entre la FIV y el TEA, pero sugirió que factores asociados con el procedimiento, como la manipulación de gametos o el uso de medicamentos para la fertilidad, podrían influir. Los autores resaltaron la necesidad de estudios adicionales para explorar si los riesgos están relacionados con la infertilidad subyacente, las técnicas de reproducción asistida o factores ambientales durante el embarazo.

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El Centro Médico Assaf Harofeh, ubicado en Zerifin, es un referente en investigación médica en Israel. Su estudio, publicado en HealthDay News en mayo de 2010, recibió atención internacional por su contribución al debate sobre los riesgos de las técnicas de reproducción asistida. Los datos recopilados se basaron en registros clínicos detallados y entrevistas con madres, lo que garantizó la fiabilidad de los resultados.

Datos clave sobre FIV y TEA en el estudio israelí

  • Prevalencia de FIV en niños con TEA: 10.5% frente al 3.5% en la población general.
  • Edad materna: Madres de niños con TEA por FIV promediaron 32.6 años.
  • Prematuridad: 3.9% de los niños con TEA nacieron antes de las 37 semanas.
  • Bajo peso al nacer: 4.8% de los niños con TEA pesaron menos de 2.5 kg al nacer.
  • Factores de riesgo: Posible influencia de medicamentos para la fertilidad y manipulación de embriones.

Contexto de la investigación en Israel y su relevancia

En Israel, la FIV es una práctica ampliamente accesible debido a la cobertura universal de los tratamientos de fertilidad por parte del sistema de salud. Desde la década de 1980, el país ha liderado avances en reproducción asistida, con una de las tasas más altas de procedimientos de FIV per cápita en el mundo. En 2010, se estimaba que el 4% de los nacimientos en Israel eran resultado de técnicas de reproducción asistida, una cifra que ha crecido en los últimos años.

El estudio del Centro Médico Assaf Harofeh se enmarca en un esfuerzo nacional por comprender los efectos a largo plazo de la FIV. Los investigadores destacaron que, aunque la técnica ha permitido a millones de parejas concebir, los procedimientos involucran pasos complejos, como la estimulación ovárica, la extracción de óvulos y la transferencia de embriones, que podrían introducir variables epigenéticas. La Dra. Zachor señaló: “No estamos listos para hacer recomendaciones, pero comenzamos a comprender que es probable que haya una relación”.

Otros estudios internacionales han explorado vínculos similares. Un análisis publicado en 2013 en el Journal of the American Medical Association (JAMA), basado en 2.5 millones de nacimientos en Suecia, no encontró una relación significativa entre la FIV y el TEA en hijos únicos, pero sí reportó un aumento en el riesgo de discapacidad intelectual en casos de inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI). Estos hallazgos contrastan con los resultados israelíes, lo que resalta la complejidad del tema.

La comunidad científica ha debatido si los riesgos observados se deben a la FIV o a factores relacionados con la infertilidad de los padres. Por ejemplo, mutaciones genéticas asociadas con la infertilidad podrían transmitirse a los hijos, aumentando la predisposición al TEA. Además, el uso de medicamentos como el clomifeno o las gonadotropinas durante la estimulación ovárica ha sido objeto de escrutinio por su posible impacto en el desarrollo embrionario.

Antecedentes y panorama global de la FIV

La fertilización in vitro, desarrollada en 1978 con el nacimiento de Louise Brown en el Reino Unido, revolucionó la medicina reproductiva. Desde entonces, más de 8 millones de niños han nacido mediante esta técnica a nivel mundial. La FIV implica la extracción de óvulos, su fertilización en laboratorio y la transferencia de embriones al útero. En casos de infertilidad masculina, la ICSI permite inyectar un espermatozoide directamente en el óvulo.

Los riesgos asociados con la FIV incluyen embarazos múltiples, prematuridad y bajo peso al nacer, que también son factores de riesgo para el TEA. Un metaanálisis de 2006 publicado en Human Reproduction indicó que los niños concebidos por FIV tienen un 30% más de probabilidad de presentar malformaciones congénitas, aunque no se ha confirmado un vínculo directo con trastornos del neurodesarrollo.

En Israel, la investigación sobre FIV se beneficia de un sistema de salud que registra datos detallados de los procedimientos. Esto permitió al equipo de Assaf Harofeh realizar un análisis retrospectivo robusto. Sin embargo, los autores reconocieron limitaciones, como el tamaño relativamente pequeño de la muestra y la falta de datos sobre el tipo específico de FIV utilizado en cada caso.

Estudios posteriores han intentado aclarar la relación entre FIV y TEA. Un informe de 2015 en Sher Fertility Solutions destacó que el 70% de los casos de TEA podrían estar relacionados con eventos perinatales, como sufrimiento fetal o prematuridad, más que con la técnica de concepción. En contraste, la evidencia genética sugiere que los gemelos idénticos tienen un 90% de concordancia para el TEA, lo que apunta a un fuerte componente hereditario.

Implicaciones para la investigación futura

El estudio de Assaf Harofeh abrió la puerta a nuevas líneas de investigación sobre los factores genéticos y ambientales que podrían influir en el TEA. Los científicos han propuesto analizar el impacto de las alteraciones epigenéticas durante la FIV, como cambios en la metilación del ADN, que podrían afectar el desarrollo neurológico. También se ha sugerido que la calidad del esperma o los óvulos, así como las condiciones del laboratorio, podrían desempeñar un papel.

En el contexto israelí, el acceso a tecnologías avanzadas, como el diagnóstico genético preimplantacional (DGP), permite a las parejas reducir el riesgo de transmitir trastornos genéticos. Sin embargo, el DGP no puede detectar el TEA, ya que no existe un marcador genético específico para este trastorno. Esto subraya la importancia de continuar investigando los mecanismos subyacentes.

Organizaciones como la Sociedad Israelí de Fertilidad han apoyado estudios para mejorar la seguridad y eficacia de la FIV. En 2020, el Ministerio de Salud de Israel reportó que el país realizó más de 45,000 ciclos de FIV anuales, lo que refleja su compromiso con la reproducción asistida. Los datos del estudio de 2010 siguen siendo relevantes para orientar políticas de salud y protocolos clínicos.

La comunidad internacional continúa examinando los riesgos de la FIV. Un estudio de 2019 en JAMA Pediatrics encontró que los niños concebidos por FIV tienen un riesgo ligeramente mayor de ciertos cánceres, pero no de TEA. Estos hallazgos refuerzan la necesidad de investigaciones longitudinales que sigan a los niños hasta la adultez para evaluar resultados a largo plazo.

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