Israel desarrolla tomates híbridos y variedades resistentes a plagas, enfermedades y climas áridos, mejorando la productividad agrícola.
Cultivos genéticamente modificados israelíes enfrentan desafíos agrícolas
Investigadores israelíes han desarrollado cultivos genéticamente modificados que resisten plagas, enfermedades y condiciones climáticas adversas, mejorando la productividad en entornos áridos. En 2022, el Instituto Volcani creó un tomate híbrido de larga duración que requiere un 90% menos de riego, ideal para regiones desérticas como el Néguev. Este cultivo, resistente a enfermedades fúngicas, ha aumentado la producción de tomates en un 20% en pruebas realizadas en el Valle del Jordán. La tecnología utiliza edición genética para insertar genes que fortalecen las defensas naturales de las plantas.
El desarrollo de estos cultivos comenzó con investigaciones en el Instituto Volcani y la Universidad Hebrea de Jerusalén. En 2017, científicos israelíes identificaron genes en plantas silvestres del desierto que soportan sequías extremas. A través de la tecnología CRISPR, integraron estos genes en tomates, creando variedades que toleran altas temperaturas y suelos salinos. En 2020, un proyecto en colaboración con Evogene, una empresa biotecnológica israelí, produjo semillas de trigo resistentes a insectos, reduciendo las pérdidas por plagas en un 15% en campos del Néguev.
El trigo modificado, cultivado en el desierto del Néguev, también mostró defensas naturales contra insectos. Un estudio de 2022 publicado por IsraelinSpanish en X reveló que este trigo desarrolla una capa de pelos en el tallo que impide la entrada de plagas. Este mecanismo natural, combinado con modificaciones genéticas, ha permitido a los agricultores reducir el uso de pesticidas químicos en un 25%. Además, el trigo soporta temperaturas de hasta 40°C, lo que asegura cosechas estables frente a olas de calor.
La empresa Evogene también ha trabajado en cultivos resistentes a enfermedades. En 2021, desarrolló una variedad de maíz que resiste el virus del mosaico, una enfermedad que afecta a cultivos en regiones cálidas. Este maíz, probado en el Valle de Arava, incrementó los rendimientos en un 18%. La tecnología empleada incluye la inserción de genes que activan respuestas inmunes en las plantas, reduciendo la necesidad de fungicidas en un 30%. Estas innovaciones han sido clave para mantener la seguridad alimentaria en Israel.
Información clave sobre cultivos modificados en Israel
- Tomate híbrido: Requiere 90% menos riego, ideal para zonas áridas.
- Trigo del Néguev: Resiste plagas con una capa de pelos naturales.
- Rendimiento: Aumenta un 20% en tomates y 18% en maíz modificado.
- Pesticidas: Reducción del 25% en trigo y 30% en maíz.
- Tecnología: Uso de CRISPR para edición genética precisa.
Proyectos israelíes amplían la resistencia de cultivos al clima

Israel ha utilizado su experiencia en biotecnología para enfrentar desafíos agrícolas globales. En 2019, el Instituto Volcani colaboró con la Universidad Ben-Gurión para desarrollar variedades de cebada resistentes a la salinidad del suelo. Estas plantas, cultivadas en el Néguev, mostraron un aumento del 12% en la producción frente a condiciones de alta salinidad. La edición genética permitió modificar genes que regulan la absorción de sal, protegiendo las raíces y mejorando la tolerancia al estrés ambiental.
En 2023, Evogene lanzó un proyecto para crear semillas de soya resistentes a la sequía. Este cultivo, probado en el Alta Galilea, incorpora genes que optimizan la fotosíntesis bajo condiciones de calor extremo. Los ensayos demostraron que la soya modificada mantiene un rendimiento estable con un 40% menos de agua que las variedades convencionales. Además, la soya resiste a nematodos, una plaga que causa pérdidas globales de hasta 7 mil millones de dólares al año, según datos históricos.
La investigación en Israel también se ha enfocado en cultivos ornamentales. En 2016, un equipo de Danziger Innovations y la Universidad Hebrea desarrolló petunias de larga duración mediante edición genética. Estas flores, que resisten hongos y altas temperaturas, tienen una vida útil un 50% mayor que las variedades tradicionales. El proyecto, en colaboración con Precision Biosciences de Estados Unidos, también modificó el color de las flores, ampliando su atractivo comercial.
El uso de cultivos genéticamente modificados en Israel se regula de manera estricta. Desde 2016, el Comité Nacional para Plantas Transgénicas ha establecido que los cultivos editados sin ADN foráneo no se clasifican como transgénicos. Esto ha permitido acelerar la aprobación de nuevas variedades. En 2024, el Ministerio de Agricultura aprobó la comercialización de tomates híbridos y trigo resistente a plagas, tras verificar su seguridad para el consumo humano y el medio ambiente.
Contexto global de los cultivos genéticamente modificados
El desarrollo de cultivos genéticamente modificados comenzó a nivel global en la década de 1990. En 1994, Estados Unidos introdujo el tomate Flavr Savr, el primer cultivo modificado comercialmente, que ofrecía una mayor vida útil. Desde entonces, países como Estados Unidos, Brasil y Argentina han adoptado ampliamente estas tecnologías. En 2020, el 94% de la soya y el 92% del maíz cultivados en Estados Unidos eran genéticamente modificados, según la FDA.
En 2018, el 48% de los cultivos globales de soya, maíz, algodón y canola utilizaban biotecnología. Estos cultivos se modificaron para resistir herbicidas e insectos, reduciendo el uso global de pesticidas en un 8.3% desde 1996, equivalente a 775.4 millones de kilogramos de ingrediente activo. Sin embargo, el uso prolongado de herbicidas como el glifosato ha generado resistencia en malezas, un desafío que enfrentan países con alta producción de cultivos modificados.
Otros países han implementado tecnologías similares. En Argentina, un trigo modificado para resistir la sequía, aprobado en 2020, ha sido cultivado en Brasil y certificado como seguro en varios países. En África, la Alianza para la Ciencia de la Universidad de Cornell trabaja en maíz resistente a insectos y sequías, un proyecto financiado por la Fundación Gates que busca beneficiar a agricultores locales para 2025.
La edición genética también aborda problemas ambientales. Desde 1996, los cultivos modificados han reducido las emisiones de gases de efecto invernadero al disminuir el uso de combustible en prácticas agrícolas. En Europa, la adopción de cultivos genéticamente modificados podría reducir las emisiones agrícolas en un 7.5%, según estudios. Israel, con su enfoque en la sostenibilidad, contribuye a estas soluciones globales mediante innovaciones adaptadas a climas extremos.