Israel escaló al segundo lugar entre los países más afectados por ciberataques en 2024, según el informe anual de Radware, subiendo desde la cuarta posición que ocupó en 2023.
El análisis reveló un incremento del 550% en los ataques de denegación de servicio distribuido (DDoS) a nivel global, junto con un aumento del 37% en la duración media de los ataques de red. Israel registró 1.550 ataques cibernéticos, solo superado por Ucrania con 2.052 incidentes. Estados Unidos se ubicó en la tercera posición.
En el informe de 2023, Israel quedó detrás de India, Estados Unidos y Ucrania en número de ataques. Sin embargo, la situación cambió en 2024, destacando un vínculo entre la actividad cibernética maliciosa y la inestabilidad geopolítica. Europa y Oriente Medio fueron los objetivos del 78% de todos los ataques cibernéticos a nivel mundial.
Radware identificó cuatro organizaciones como las principales responsables de la mayoría de estos ataques. NoName057(16), un grupo prorruso, encabeza la lista con un margen considerable. También figuran el grupo propalestino RipperSec, la organización mercenaria Executor DDoS y el Ejército Cibernético de Rusia Renacida, otro actor prorruso.
Ron Meyran, vicepresidente de inteligencia cibernética de Radware, destacó que el panorama de amenazas ha cambiado drásticamente debido a varios factores, como conflictos internacionales, tensiones geopolíticas, la migración a la nube y el desarrollo de ataques más sofisticados. Además, señaló que la inteligencia artificial ha reducido las barreras de entrada, permitiendo que incluso actores sin experiencia realicen ataques con éxito.
El sector de las telecomunicaciones absorbió el 43% de los ataques DDoS, seguido por los servicios financieros con el 30%. Dentro de este último sector, el incremento interanual en volumen de ataques alcanzó el 393%, mientras que el transporte y la logística experimentaron un crecimiento del 375%.
Meyran advirtió sobre la aparición de nuevos actores en el ciberespacio ofensivo, señalando que no necesitan ser expertos para causar daños significativos. En contraste, las organizaciones deben perfeccionar sus estrategias defensivas para enfrentar esta creciente amenaza.