ArtemiFlow usa extracción supercrítica para aumentar un 30% el rendimiento de artemisinina, exportando antimaláricos a África con 6 millones de dólares.
Avance de ArtemiFlow en extracción de artemisinina
ArtemiFlow, una startup con sede en Haifa, desarrolló desde 2020 un método de extracción supercrítica que incrementa en un 30% el rendimiento de artemisinina, componente clave de medicamentos antimaláricos. La técnica utiliza dióxido de carbono en estado supercrítico para extraer el compuesto de la planta Artemisia annua, optimizando la producción sin comprometer la calidad. Según un informe de la empresa, el proceso reduce costos y mejora la eficiencia en comparación con métodos tradicionales como la extracción con solventes orgánicos. La innovación se probó en colaboración con el Centro Médico Sheba, uno de los principales hospitales de Israel, que validó la pureza y eficacia del compuesto para tratamientos contra la malaria.
La malaria, causada por el parásito Plasmodium falciparum, afecta a millones de personas, principalmente en África subsahariana. La Organización Mundial de la Salud reportó en 2023 que la enfermedad causó aproximadamente 619,000 muertes a nivel global, con un 95% de los casos concentrados en África. Los tratamientos combinados basados en artemisinina (TCA) son la primera línea de defensa contra la malaria resistente a fármacos como la cloroquina. Sin embargo, la baja concentración de artemisinina en la planta, que oscila entre 0.01% y 0.8%, limita su producción a gran escala. El método de ArtemiFlow aborda este desafío al extraer mayores cantidades de artemisinina en menos tiempo.
El proceso supercrítico emplea dióxido de carbono a alta presión y temperatura controlada, lo que permite disolver selectivamente la artemisinina sin residuos tóxicos. A diferencia de los métodos convencionales, que requieren múltiples etapas de purificación, esta técnica produce un compuesto listo para su uso farmacéutico en una sola fase. El Centro Médico Sheba confirmó que el producto cumple con los estándares internacionales de calidad, lo que facilitó su aprobación para exportación. Desde 2022, ArtemiFlow exporta artemisinina a países africanos como Kenia, Uganda y Nigeria, donde la demanda de antimaláricos es crítica.
La startup obtuvo una financiación de 6 millones de dólares entre 2020 y 2025, liderada por inversores privados y fondos de innovación israelíes. Estos recursos se destinaron a escalar la producción y expandir las operaciones en África. En 2023, ArtemiFlow firmó acuerdos con distribuidores en Tanzania y Madagascar, dos países con alta incidencia de malaria. La empresa planea aumentar su capacidad de producción en un 50% para 2026, lo que podría abastecer a más de 10 millones de pacientes anualmente.
Datos clave sobre la extracción de artemisinina
- Rendimiento mejorado: El método supercrítico de ArtemiFlow aumenta la extracción de artemisinina en un 30% respecto a técnicas tradicionales.
- Impacto en África: Exportaciones a Kenia, Uganda, Nigeria, Tanzania y Madagascar cubren el 20% de la demanda regional de antimaláricos.
- Financiación: 6 millones de dólares invertidos entre 2020 y 2025 para investigación y expansión.
- Colaboración médica: El Centro Médico Sheba validó la calidad del compuesto para uso farmacéutico.
- Escalabilidad: Proyección de abastecer a 10 millones de pacientes para 2026 con un aumento del 50% en producción.

Contexto de la producción de artemisinina
La Artemisia annua, originaria de Asia, es la principal fuente de artemisinina desde que la científica china Tu Youyou identificó su potencial antimalárico en la década de 1970, trabajo que le valió el Premio Nobel de Medicina en 2015. El cultivo de la planta requiere un mínimo de seis meses, y su procesamiento puede tomar entre tres y cinco meses adicionales. La baja concentración de artemisinina en la planta ha impulsado investigaciones para mejorar su extracción. En 2007, la Organización Mundial de la Salud publicó directrices para optimizar el cultivo de Artemisia annua, destacando la importancia de suelos y climas específicos para maximizar el rendimiento.
Otros métodos, como la producción de artemisinina semisintética mediante biología sintética, han sido explorados por empresas como Amyris en California. Sin embargo, la técnica supercrítica de ArtemiFlow destaca por su sostenibilidad y menor impacto ambiental, ya que evita el uso de solventes químicos. En 2012, el Grupo ETC advirtió que la producción sintética podría afectar a los pequeños agricultores en China, Vietnam y África, quienes dependen del cultivo de Artemisia. La estrategia de ArtemiFlow combina tecnología avanzada con la preservación de la cadena de suministro agrícola, integrando a productores locales en sus operaciones.
La resistencia a la artemisinina es una preocupación creciente. Un estudio de 2023 en Eritrea, financiado por la Fundación Bill y Melinda Gates, detectó un aumento en la mutación Pfkelch13 R622I, que confiere resistencia parcial al fármaco. Entre 2016 y 2019, la prevalencia de esta mutación pasó del 8.6% al 21%. Esto subraya la necesidad de aumentar la disponibilidad de artemisinina de alta calidad para mantener la eficacia de los tratamientos combinados. ArtemiFlow colabora con instituciones internacionales para monitorear la resistencia y garantizar que su producto cumpla con los protocolos de la OMS.
El impacto económico de la malaria en África asciende a 12,000 millones de dólares anuales en pérdidas de productividad, según el Banco Mundial. La contribución de ArtemiFlow no solo aborda la crisis sanitaria, sino que fortalece la economía de las regiones afectadas al proporcionar tratamientos accesibles. La empresa planea establecer una planta de procesamiento en Kenia para 2027, lo que reducirá los costos logísticos y generará empleos locales.
Panorama global de la lucha contra la malaria
La malaria sigue siendo una de las principales causas de mortalidad en el mundo en desarrollo. La OMS estima que 249 millones de casos ocurrieron en 2022, con un aumento en regiones donde los sistemas de salud enfrentan interrupciones. Desde 2001, los tratamientos combinados basados en artemisinina han sido la base para combatir la malaria por Plasmodium falciparum. En África, donde se concentra el 90% de las muertes por malaria, la demanda de antimaláricos supera la oferta, con solo 82 millones de los 600 millones de tratamientos necesarios distribuidos a través de sistemas públicos.
Israel ha emergido como un actor clave en la innovación médica, con empresas como ArtemiFlow liderando avances en biotecnología. El ecosistema de startups en Haifa y Tel Aviv ha atraído inversiones significativas, con un total de 8,700 millones de dólares en el sector tecnológico en 2023, según Startup Nation Central. La colaboración entre ArtemiFlow y el Centro Médico Sheba ejemplifica cómo la investigación israelí contribuye a soluciones globales, fortaleciendo la posición del país como líder en tecnología médica.
Otros países, como Argentina, también han incursionado en la producción de artemisinina. La Fundación Mundo Sano desarrolla desde 2021 un proyecto piloto en Corrientes para cultivar Artemisia annua y extraer artemisinina a bajo costo. Sin embargo, la escala de estas iniciativas es limitada en comparación con los avances de ArtemiFlow. En Madagascar, uno de los principales productores de Artemisia, los métodos tradicionales de extracción persisten, con rendimientos inferiores al 10% de lo que logra la tecnología supercrítica.
La lucha contra la malaria requiere un esfuerzo coordinado. La OMS y organizaciones como la Fundación Bill y Melinda Gates han invertido más de 3,000 millones de dólares en investigación y distribución de antimaláricos desde 2010. La innovación de ArtemiFlow se alinea con estos esfuerzos, ofreciendo una solución escalable que podría transformar el acceso a tratamientos en las regiones más afectadas. La empresa continúa explorando nuevas aplicaciones de la tecnología supercrítica, incluyendo la extracción de otros compuestos medicinales, lo que podría ampliar su impacto en la salud global.