Investigadores de Tel Aviv desarrollan electrodos que traducen pensamientos en texto, ayudando a pacientes con parálisis a comunicarse.
Avance israelí traduce pensamientos en texto con electrodos
Un equipo de la Universidad de Tel Aviv logró un avance significativo en la tecnología de interfaz cerebro-computadora al desarrollar un sistema que traduce pensamientos en texto mediante electrodos implantados. En un estudio publicado en 2024, los investigadores implantaron un electrodo en el cerebro de un paciente con parálisis, quien había perdido la capacidad de hablar debido a un trastorno neurológico. Este dispositivo decodificó señales cerebrales asociadas con intentos de comunicación, permitiendo al paciente expresar frases completas en una pantalla con alta precisión. La tecnología promete aplicaciones para personas con enfermedades como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), que afecta gravemente las capacidades motoras y del habla.
El experimento se centró en un paciente que, tras sufrir una parálisis severa, no podía comunicarse verbalmente ni mediante gestos. Los científicos, liderados por el equipo de la Universidad de Tel Aviv, utilizaron electrodos intracorticales para registrar la actividad neuronal en el córtex motor, la región del cerebro responsable de controlar los movimientos del habla. Un algoritmo basado en inteligencia artificial analizó estas señales y las convirtió en texto en tiempo real. Durante las pruebas, el paciente logró transmitir frases como “Quiero agua” con una precisión superior al 85%, un hito en la traducción directa de pensamientos a lenguaje escrito.
Este desarrollo se basa en décadas de investigación en interfaces cerebro-computadora, un campo que combina neurociencia, ingeniería e informática. Los electrodos implantados ofrecen una resolución más alta que los métodos no invasivos, como la electroencefalografía (EEG), ya que capturan señales directamente de las neuronas. Sin embargo, la naturaleza invasiva de la tecnología requiere procedimientos quirúrgicos precisos, realizados en el Centro Médico Sourasky de Tel Aviv, donde se llevaron a cabo las implantaciones. Los investigadores destacaron que el sistema necesita calibración inicial, pero su capacidad para adaptarse a las señales cerebrales del paciente mejora con el uso.
La tecnología israelí se distingue por su enfoque en la decodificación de intenciones comunicativas, en lugar de depender únicamente de patrones motores. Esto permite que pacientes con ELA o síndrome de enclaustramiento, quienes carecen de control muscular, puedan comunicarse. En comparación con otros sistemas, como los desarrollados en Estados Unidos por instituciones como UC Davis, el método de Tel Aviv logra una latencia menor, generando texto en menos de un segundo tras la detección de la intención de hablar.
Datos clave sobre la interfaz cerebro-computadora de Tel Aviv
- Precisión: El sistema alcanzó un 85% de exactitud en la traducción de pensamientos a texto en pruebas iniciales.
- Tiempo de respuesta: Genera texto en menos de 1 segundo tras detectar la intención comunicativa.
- Aplicaciones: Dirigido a pacientes con ELA, síndrome de enclaustramiento y otras parálisis severas.
- Tecnología: Usa electrodos intracorticales y algoritmos de inteligencia artificial para decodificar señales cerebrales.
- Institución: Desarrollado por la Universidad de Tel Aviv en colaboración con el Centro Médico Sourasky.

Contexto global de las interfaces cerebro-computadora
El avance de la Universidad de Tel Aviv se inscribe en una carrera global por perfeccionar las interfaces cerebro-computadora. En Estados Unidos, proyectos como el de UC Berkeley han desarrollado neuroprótesis que convierten señales cerebrales en voz sintética, con aplicaciones para pacientes con ELA. En un estudio de 2025, un paciente pudo generar frases audibles en tiempo real, con una latencia de aproximadamente un segundo. Sin embargo, estos sistemas requieren entrenamientos extensos, a diferencia del enfoque israelí, que reduce el tiempo de calibración.
En Europa, instituciones como la Universidad de Tubinga han explorado interfaces basadas en EEG para comunicación básica en pacientes con parálisis. Estos sistemas, aunque no invasivos, ofrecen menor precisión debido a la interferencia de señales externas y la baja resolución de las ondas cerebrales captadas en el cuero cabelludo. Los electrodos implantados, como los usados en Tel Aviv, superan estas limitaciones al registrar directamente la actividad neuronal, aunque plantean desafíos éticos y quirúrgicos.
La investigación en Israel también aborda preocupaciones de seguridad y biocompatibilidad. Los electrodos, fabricados con materiales como nanotubos de carbono, minimizan el daño tisular y las respuestas inflamatorias, según un estudio de 2025 publicado en ResearchGate. Estos avances en materiales son cruciales para garantizar la viabilidad a largo plazo de los implantes, un obstáculo en proyectos anteriores que enfrentaron rechazo inmunológico.
El gobierno israelí, a través del Ministerio de Ciencia y Tecnología, ha invertido en esta investigación como parte de su estrategia para posicionar a Israel como líder en innovación tecnológica. El proyecto de Tel Aviv recibió fondos para expandir las pruebas clínicas, con planes de incluir a más pacientes en 2026. Esta iniciativa refleja el compromiso del país con el desarrollo de soluciones para desafíos médicos globales.
Evolución y perspectivas de la tecnología en Israel
La historia de las interfaces cerebro-computadora comenzó hace casi un siglo con los primeros registros de actividad cerebral mediante EEG, realizados por Hans Berger en 1929. Desde entonces, el campo ha evolucionado desde experimentos básicos hasta sistemas complejos capaces de interpretar intenciones humanas. En Israel, la investigación en neurotecnología ha crecido gracias a instituciones como la Universidad de Tel Aviv y el Technion, que han contribuido con avances en robótica y neurociencia.
El sistema desarrollado en Tel Aviv se basa en investigaciones previas que exploraron la relación entre señales cerebrales y movimientos intencionales. Estudios de la década de 1980, como los de Georgopoulos, demostraron que las tasas de disparo neuronal en el córtex motor codifican movimientos específicos, sentando las bases para la decodificación actual. Los algoritmos modernos, potenciados por inteligencia artificial, han permitido pasar de controlar cursores a interpretar lenguaje complejo.
En el contexto israelí, la colaboración entre universidades, hospitales y empresas tecnológicas ha acelerado el desarrollo de estas interfaces. El Centro Médico Sourasky ha jugado un papel clave al proporcionar infraestructura para ensayos clínicos, mientras que startups locales exploran aplicaciones comerciales, como interfaces para videojuegos o dispositivos de asistencia. Este ecosistema de innovación posiciona a Israel como un referente en el campo.
Los próximos pasos incluyen ampliar las pruebas a pacientes con diferentes grados de parálisis y mejorar la portabilidad de los dispositivos. Los investigadores de Tel Aviv planean desarrollar implantes más pequeños y sistemas inalámbricos para reducir la dependencia de equipos externos. Estas mejoras podrían democratizar el acceso a la tecnología, beneficiando a miles de personas con discapacidades motoras en todo el mundo.