La administración de múltiples fármacos experimentales o compasivos a pacientes con casos graves de COVID-19 no tiene nada que ver con la supervivencia de los pacientes de la enfermedad y podría repercutir en la exactitud de las investigaciones que se realizan sobre estos tratamientos, según un nuevo estudio israelí.
La investigación, realizada por un equipo de la Universidad Hebrea de Jerusalén y el Centro Médico Shaare Zedek, se ha publicado recientemente en la revista Advances in Therapy. Su objetivo era evaluar la cuestión de cómo se utilizan los fármacos experimentales en el hospital, haciendo hincapié en el número de fármacos experimentales que recibió un paciente medio durante la primera oleada de coronavirus en Israel.
Los autores estuvieron al frente de la atención a los pacientes durante la primera oleada. Por ello, el informe se ha redactado sobre la base de una combinación de datos observacionales vistos de primera mano sobre el terreno y de análisis de datos retrospectivos.
Los datos recogidos incluían los datos demográficos de los pacientes, las comorbilidades, las constantes vitales al ingreso, los valores de laboratorio, la intervención respiratoria más extrema durante la hospitalización y los datos relativos al tratamiento con fármacos compasivos/experimentales durante su estancia en el hospital. Este es el primer estudio que examina la asociación entre la gravedad del paciente y la administración de múltiples fármacos.
Los resultados indicaron que “los pacientes que estaban en peor estado a su llegada recibieron más asistencia respiratoria y fármacos durante el ingreso, y también tuvieron una mayor duración de la estancia [en el hospital], pero aún así sobrevivieron peor a pesar de estos esfuerzos”.
Sharon Einav, directora de Cuidados Intensivos Quirúrgicos del Shaare Zedek, que ayudó a dirigir el estudio, explicó que más de la mitad de los pacientes graves, tal como se definen en el estudio, también murieron.
“La sobreadministración de fármacos no consigue necesariamente más salud para los pacientes”, dijo. “Por lo tanto, puede ser mejor dar menos medicamentos a los pacientes con coronavirus, pero documentar mucho más, para poder acumular más conocimientos para los siguientes pacientes”.
“Así es como aprendimos en el pasado sobre el cáncer y el sida, que pasaron de ser enfermedades incurables a enfermedades con las que se puede vivir durante años”, continuó. “La reflexión sobre el coronavirus también debe ser a largo plazo”.
En concreto, el estudio recogió datos de 292 pacientes con coronavirus mayores de 18 años que fueron hospitalizados entre el 1 de marzo y el 17 de abril de 2020. Los investigadores recopilaron información haciendo hincapié en el número de medicamentos experimentales o “compasivos” administrados a los pacientes durante su periodo de hospitalización.
En este experimento, los medicamentos incluían azitromicina, hidroxicloroquina, corticosteroides, remdesivir, plasma convaleciente, lopinavir, opaganib y/o tocilizumab. Sin embargo, se ha propuesto un gran número de fármacos como posibles curas para la COVID-19 y muchos de ellos se están probando en los centros médicos.
“Esta colaboración única entre los centros médicos y los investigadores surge de la esperanza desesperada de que al menos uno de los muchos fármacos probados mitigue la gravedad de la enfermedad entre los pacientes que están siendo tratados”, señala el informe.
Los resultados mostraron que el 21% de los pacientes hospitalizados durante la primera oleada recibieron dos o más de estos medicamentos. Se administraron de forma rutinaria a pacientes en situación de riesgo vital por el virus cuando parecía que no había otras opciones de tratamiento disponibles o que otros tratamientos no funcionaban, a pesar de la falta de pruebas claras del beneficio de esos fármacos para los pacientes.
Según el estudio, cuanto más grave era el estado del paciente, más posibilidades tenía de recibir más de un fármaco experimental.
Un paciente que no necesitaba ningún tipo de asistencia respiratoria tenía un 3% de probabilidades y un paciente que se encontraba en una situación que necesitaba respiración mecánica o una máquina ECMO de circulación extracorpórea tenía un 77,3% de probabilidades de recibir dos o más fármacos experimentales. El número medio de fármacos recibidos por los pacientes críticos fue de 1,92, frente a los 0,55 de los pacientes no críticos.
Casi un tercio de los pacientes con coronavirus (31,5%) recibieron un fármaco experimental durante la hospitalización. El número máximo de medicamentos administrados a la vez a un mismo paciente fue de cuatro.
“Cuando ves que un paciente se deteriora ante tus ojos, lo que quieres es intentar ayudarle”, dijo el investigador de la Universidad Hebrea Or Assouline, que dirigió el estudio. “Pero lo que vimos fue que la mayoría de nuestras intervenciones no ayudaban, al menos según nuestra experiencia clínica en las salas”.
La situación planteó otro reto: La cuestión de los tratamientos mixtos puede ser también un importante revés para la investigación, explicó Assouline. Esto se debe a que cuando se administran varios tratamientos al mismo tiempo resulta casi imposible aislar el efecto de cualquiera de ellos.
Assouline dijo que, aunque la investigación se hizo basándose en la situación durante la primera oleada, dijo que sigue siendo aplicable hoy en día. Además, dijo que “vemos hoy, durante la cuarta ola, la importancia de los estudios realizados durante la primera ola en cuanto a las opciones de tratamiento de que disponemos”.