Hace unos 100.000 años, distintos grupos de homínidos transmitieron conocimientos sobre caza, fabricación de herramientas y rituales funerarios en la cueva Tinshemet, ubicada en el centro de Israel, según un reciente análisis de hallazgos arqueológicos.
Este sitio, activo entre 130.000 y 80.000 años atrás durante el Paleolítico Medio, ha revelado los primeros esqueletos humanos prehistóricos completos descubiertos en Israel desde la década de 1960. Según los investigadores, su nivel de conservación es excepcional a nivel mundial.
El profesor Yossi Zaidner, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, destacó la relevancia del sitio para la investigación sobre la evolución humana. En una entrevista con The Times of Israel, explicó que el estudio de Tinshemet aporta información valiosa sobre las prácticas simbólicas y rituales de sus habitantes, especialmente en lo referente a los entierros.
Aunque aún no se ha determinado a qué grupo de homínidos pertenecían los restos, los hallazgos en Tinshemet han proporcionado una visión sin precedentes de la vida social en el Israel prehistórico. Al analizar esta cueva en conjunto con otros sitios del Paleolítico Medio, los investigadores han identificado patrones de interacción entre diferentes grupos humanos.
La abundante presencia de ocre, restos de fauna y herramientas de piedra en la cueva sugiere prácticas culturales complejas. Se han hallado más de 7.500 fragmentos de ocre de diversas tonalidades y texturas, algunos transportados desde fuentes distantes. Esto indica que quienes enterraban a sus muertos recorrían largas distancias para recolectar el material, posiblemente con fines simbólicos.
Según los investigadores, aunque no se han conservado materiales orgánicos como piel o textiles, es probable que el ocre se utilizara para decorar los cuerpos durante las ceremonias funerarias. La selección intencional de fragmentos específicos refuerza la hipótesis de su uso en prácticas rituales.
Las sepulturas de Tinshemet comparten similitudes con las encontradas en Qafzeh y Skhul, en el norte de Israel. En estos sitios, los cuerpos fueron dispuestos en posición fetal, con las piernas flexionadas y los brazos doblados hacia el pecho. Además, en las tumbas se hallaron objetos como huesos de animales, astas y guijarros de basalto trasladados desde lugares lejanos.
En la región coexistían al menos tres grupos de homínidos: Homo sapiens, neandertales y homínidos arcaicos con rasgos similares a los neandertales. En sitios como Nesher Ramla, también del Paleolítico Medio, se han hallado herramientas de piedra y restos óseos que indican un intercambio cultural entre estos grupos.
Pese a sus diferencias biológicas, estos homínidos compartieron técnicas de caza y producción de herramientas, lo que apunta a una cultura común. No obstante, según Zaidner, la evolución de rasgos físicos homogéneos toma mucho más tiempo, por lo que cada grupo mantuvo características morfológicas propias.
Sapiens y neandertales coexistieron sin conflicto constante
El debate sobre la relación entre neandertales y Homo sapiens ha sido extenso. Según el profesor Israel Hershkovitz, de la Universidad de Tel Aviv, la visión tradicional plantea que hasta hace 250.000 años el mundo estaba dividido entre ambas especies, con Israel como una frontera. Bajo esta perspectiva, los sapiens avanzaron hacia el territorio neandertal, lo que provocó enfrentamientos hasta la eventual desaparición de estos últimos.
Sin embargo, los hallazgos en la cueva de Tinshemet sugieren una historia diferente. Hershkovitz destaca que, si bien la evidencia genética ya ha demostrado cruces entre sapiens y neandertales, los descubrimientos arqueológicos revelan que también compartieron conocimientos de forma continua.
La cueva, descubierta en la década de 1940, no fue excavada hasta 2017, cuando un equipo liderado por Hershkovitz, el profesor Yossi Zaidner y la Dra. Marion Prévost, de la Universidad Hebrea, inició los trabajos. La excavación ha sido especialmente lenta debido a que los sedimentos están cementados, dificultando la extracción. En un sitio prehistórico típico, los arqueólogos pueden remover hasta 50 centímetros de sedimento por temporada; en Tinshemet, apenas avanzan cinco centímetros.
Hasta el momento, han recuperado dos esqueletos completos, uno de los cuales podría figurar entre los mejor conservados de su época. Debido a la fragilidad del hallazgo, el esqueleto fue extraído dentro de un bloque de roca de una tonelada y trasladado al laboratorio de Hershkovitz, donde se emplean herramientas similares a las de un dentista para liberarlo sin dañarlo.
Aunque todavía no se ha identificado a qué grupo pertenecen los restos, Hershkovitz asegura que no corresponden a un neandertal.
Hasta ahora, se han descubierto cinco entierros en la cueva, y los investigadores esperan hallar más, ya que solo se ha explorado una pequeña fracción del sitio.
Neandertales y sapiens pudieron haber coexistido sin conflictos
Según el profesor Israel Hershkovitz, las diferencias físicas entre neandertales y Homo sapiens podrían haber pasado desapercibidas para ellos mismos. Desde una perspectiva antropológica, cada rasgo morfológico se analiza minuciosamente, pero en la vida cotidiana del Paleolítico Medio, es posible que estos grupos no se preocuparan por su apariencia.
Hershkovitz sugiere que si un neandertal moderno caminara por Tel Aviv vestido con un traje, probablemente no llamaría la atención. Esto plantea una cuestión filosófica: ¿los neandertales y los sapiens vivían en grupos separados o simplemente compartían el mismo espacio sin distinciones claras?
Existe una tendencia a asumir que los sapiens debieron haber exterminado a los neandertales de forma violenta. Sin embargo, Hershkovitz plantea que la agresividad humana se intensificó después de la revolución agrícola. En el Paleolítico Medio, es posible que la convivencia entre distintos homínidos fuera pacífica, sin que las diferencias físicas marcaran divisiones significativas.