El líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, desafió a Israel afirmando que el grupo terrorista libanés no temía luchar y que no se andaría con rodeos si estallaba la guerra.
Nasrallah afirmó que su organización no tenía miedo de actuar, señalando burlonamente a un buque de guerra estadounidense que abandonó la región y afirmó que Israel estaba luchando por conseguir avances en Gaza.
Afirmó que los bombardeos transfronterizos de Hezbolá sobre Israel a partir del 8 de octubre habían impedido una campaña de bombardeos más amplia por parte de Israel en Gaza y advirtió que no habría “límites máximos” ni “reglas” para los combates de su grupo si Israel lanzaba una guerra contra Líbano.
Acusó a Israel de estar detrás del asesinato del número 2 de Hamás, Saleh al-Arouri, en un suburbio de Beirut un día antes, calificándolo de “crimen importante y peligroso sobre el que no podíamos guardar silencio”.
Dirigiéndose al ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, Nasrallah dijo que Israel “no lograría alcanzar los objetivos de la guerra”.
Afirmó falsamente que Israel ocultaba miles de víctimas de los ataques de Hezbolá en la frontera norte y que “cientos de miles” habían abandonado el país desde el 7 de octubre.