El 19 de febrero de 2019, Fathi Hammad, miembro del Buró Político de Hamás, hizo una declaración pública diciendo que “enseñaremos a nuestros niños en los jardines de infancia, las escuelas primarias y las escuelas secundarias cómo avanzar y liberar su tierra, con la ayuda de Alá solamente”.
Esta declaración fue seguida por la afirmación de que “una vez que ustedes [niños] completen el curso avanzado de la ‘Marcha del Retorno‘, deberían unirse a las Brigadas de Al-Quds y Al-Qassam, a los muyahidines y a los hombres libres, dondequiera que estén”.
Aunque Hamás no ha hecho un secreto que entrenan a los niños para cumplir funciones militares, matar a los judíos, y luego los ponen activamente en peligro, sus prácticas solo han cosechado una intermitente condena internacional.
Dexter Van Zile de CAMARA señaló en un artículo de 2014 que esta falta de información podría ser atribuida al menos parcialmente a la dinámica social que existe entre las ONGs anti-Israel y los reporteros internacionales.
Van Zile apoyó la afirmación citando al periodista Matti Friedman, quien declaró que “los profesionales de los medios de comunicación forman parte de los mismos círculos sociales que los empleados de las ONG humanitarias que, a su vez, los animan a adoptar posiciones anti-Israel”. El resultado retorcido de esta dinámica es que incluso cuando Hamás envía a niños a tomar posiciones en el frente de sus actividades terroristas, Israel es condenado sistemáticamente por tener como objetivo a menores de edad.
El compromiso de Israel de reducir las víctimas civiles ha sido bien documentado y ha obtenido el apoyo de expertos militares internacionales.
El coronel británico (retirado) Richard Kemp, que se convirtió en un franco defensor de Israel después de pasar un tiempo observando los métodos de las FDI durante su carrera militar, declaró en 2016 que “ningún ejército en la historia [ha] hecho nunca esfuerzos tan profundos para evitar la pérdida de vidas de civiles inocentes como los que las FDI [han] hecho en Gaza”.
El hecho de que los métodos de Israel en tiempos de conflicto activo hayan sido cuestionados constantemente, mientras que el uso de los campos de entrenamiento militar de Hamás para adoctrinar a los niños suscita poca cobertura en los medios de comunicación, indica la naturaleza extraña de la respuesta internacional al conflicto israelí-palestino.
En septiembre de 2018, el Instituto de Jerusalén para la Justicia, una organización de derechos humanos sin fines de lucro, presentó una acusación de crímenes de guerra en la Corte Penal Internacional contra el dirigente de Hamás, Ismail Haniyeh, por su papel en “el reclutamiento, el alistamiento y la utilización de niños menores de 15 años para participar directamente en las hostilidades en un conflicto armado”.
El informe en sí mismo fue el resultado de una investigación que comenzó en 2015 sobre las acusaciones de abusos de los derechos humanos por parte de Hamás, especialmente en lo que respecta a su manipulación de niños para convertirlos en escudos humanos y terroristas.
En lugar de seguir adelante con el caso, la Corte Penal Internacional anunció en diciembre de 2019 que creía que había pruebas suficientes para corroborar las acusaciones palestinas de que Israel había cometido crímenes de guerra durante la Operación Borde Protector de 2014 y, por lo tanto, apoyaba la apertura de una investigación oficial.
Este manejo sesgado de la situación de Gaza equivale a una complicidad con Hamás, ya que siguen entrenando a niños para que participen en sus actividades terroristas.
Aunque todo ser humano decente debería expresar su horror cuando se mata a niños en un conflicto armado, la negativa constante de la comunidad internacional a nombrar a Hamás como la parte responsable garantiza que la pérdida de vidas inocentes continúe.