El líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, está amenazando descaradamente con que si no se encuentra una solución a la disputa entre Israel y Líbano sobre la plataforma de gas de Karish en el Mediterráneo antes de septiembre de 2022, cuando se supone que la perforación debe comenzar allí, Hezbolá no permitirá que Israel perfore. Estas amenazas aumentan la posibilidad de una escalada militar entre Hezbolá e Israel.
El lanzamiento por parte de Hezbolá de cuatro drones desarmados contra la plataforma de gas en julio, aun sabiendo que Israel los derribaría, pretendía ser una advertencia concreta de que si las partes no llegaban a un acuerdo, Hezbolá lanzaría drones armados de diversos tipos. Nasrallah indicó que Hezbolá tiene diversas capacidades en el aire, la tierra y el mar y que utilizará lo que le sirva en el momento oportuno. Nasrallah amenazó además con ampliar el enfrentamiento “más allá de Karish” -en alusión a su amenaza “más allá de Haifa” durante la guerra de 2006 entre Israel y Hezbolá- y con atacar otras instalaciones energéticas israelíes en el Mediterráneo.
La maquinaria propagandística de Hezbolá afirma que ha comenzado una nueva etapa del conflicto con Israel y que el grupo terrorista está en estado de preparación operativa para una guerra a gran escala que no se limitará a operaciones especiales. La organización publicó un mapa interactivo de las instalaciones de producción de energía de Israel en el Mediterráneo, destacando que están al alcance de los ataques de Hezbolá. Hezbolá también subrayó que el mando militar de las FDI se opone a la acción militar y recomienda que los dirigentes políticos de Israel muestren flexibilidad y lleguen a un acuerdo con Líbano.
Por su parte, Mohammad Raad, jefe del bloque de Hezbolá en el parlamento libanés y confidente personal de Nasrallah, dijo que Hezbolá “no desea la guerra, pero está listo y preparado para ella. … Verá nuestro poderío cuando tome una decisión equivocada y recurra a la agresión en los próximos días”.
A Hezbolá le anima el hecho de que Estados Unidos no se ponga del lado de Israel en las cuestiones en disputa y que el presidente Biden no las haya abordado durante su visita a Israel. Además, Hezbolá considera que el silencio del primer ministro de transición, Yair Lapid, ante las amenazas de Nasrallah es una reticencia israelí a verse arrastrado a un enfrentamiento militar con Hezbolá. Hezbolá ha elaborado un perfil de Lapid, y ahora está observando cuidadosamente sus movimientos. En general, parece que Hezbolá interpreta el silencio de Israel como un deseo de evitar un enfrentamiento militar durante la campaña electoral por temor a que influya en los resultados.
El análisis del comportamiento de Nasrallah indica que está dispuesto a asumir riesgos frente a Israel, que, por su parte, los ha esquivado hasta ahora. Nasrallah interpreta la cautela de Israel ante un enfrentamiento como una debilidad derivada del hecho de que está disuadido y teme las hostilidades armadas.