Líbano se encuentra en medio de una crisis financiera que tal vez no sea posible resolver. Ha acumulado deudas asombrosas y podría necesitar 93 mil millones de dólares para rescatarlo, según un nuevo informe de la Fundación para la Defensa de las Democracias. La economía está en una caída en picado, el coronavirus ha quitado las remesas que el país necesita, y Beirut está efectivamente en mora con los bonos, señala el estudio.
Escrito por el abogado y economista James Rickards, con un prólogo del director ejecutivo de la FDD, Mark Dubowitz, y el vicepresidente senior de investigación Jonathan Schanzer, el nuevo informe presenta un panorama aleccionador de los desafíos que enfrenta Líbano. Son dificultades que están ligadas directamente al papel de Hezbolá en el saqueo y secuestro del país. Si un rescate no tiene en cuenta la extracción de concesiones de Hezbolá o el papel que desempeña en el país, “se corre el riesgo de transferir miles de millones a una organización terrorista mundial y perpetuar uno de los mayores esquemas Ponzi de la historia”, señalan Schanzer y Dubowitz.
El informe de la FDD señala que el gobierno faltó a un pago de 1 200 millones de euros en bonos esta primavera. El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial están trabajando lentamente para “evaluar el problema”. El informe Rickards afirma que la reestructuración de la creciente deuda de Líbano será difícil. Es probable que los poseedores de bonos no acepten un “recorte” o reducción de lo que se les debe porque Líbano “no tiene reservas netas de divisas y no tiene perspectivas de recibir ninguna cantidad significativa a corto plazo”. Pero Líbano tiene 286 toneladas métricas de oro en sus reservas. Esto en realidad hace al pequeño país rico de una manera. Sólo el oro vale 16 mil millones de dólares.
El mayor problema en Líbano parece ser la economía sumergida controlada por Hezbolá. Llamada “el sistema”, parece que Hezbolá extrae partes de la economía, que ascienden a entre 500 y mil millones de dólares al año. Hezbolá también aumentó su papel en Líbano en los últimos años con más influencia en el parlamento y un dominio sobre la presidencia. También tiene un ejército terrorista paralelo al Estado, básicamente controla la política exterior del país y cuenta con un arsenal de 150 mil misiles, supuestamente con nuevas municiones de precisión suministradas por Irán.
Los Estados Unidos no quieren invertir en este sistema y potencialmente alimentar la economía de Irán o el régimen sirio. Los Estados Unidos están tratando de sancionar a todos estos aliados iraníes y rescatar a Líbano sin controles ni verificaciones de que Hezbolá no se beneficiará, no es aceptable para la Casa Blanca. ¿Cortaría Hezbolá los lazos con el régimen de Assad o con Irán o reduciría sus reservas de misiles? Es poco probable, según el informe. Arabia Saudita, que en el pasado ha sido garante del Líbano en virtud de los acuerdos de 1989 que pusieron fin a la guerra civil libanesa, tampoco está interesada en apoyar a Hezbolá, y tiene sus propios problemas económicos también. Además, un préstamo masivo a Líbano por parte del FMI tendría que empequeñecer los 57 mil millones de dólares puestos a disposición de la Argentina en el 2018. Nada de esto parece probable.
Sin embargo, si Líbano cae más profundamente en la crisis y el incumplimiento de pagos, podría desestabilizar la región, dar más poder a Hezbolá y crear una apertura para que China, Qatar o incluso otros grupos terroristas se infiltren en el país. Esto significa que el hecho de que Líbano se desmorone bajo el peso de sus deudas es una especie de trampa 22. Financiar los malos hábitos del país alimenta a Hezbolá, no financiarlos podría alimentar a Hezbolá también.
Schanzer y Dubowitz argumentan en un artículo relacionado en Newsweek que los Estados Unidos podría ofrecer un rescate a corto plazo, “pero solo con la condición de que Hezbolá esté de acuerdo en retirar su arsenal de misiles guiados de precisión del país”. Es una solución a corto plazo. Hezbolá y su sistema continuarán tratando de digerir Líbano. Beirut parece cada vez más una empresa fantasma de una organización internacional terrorista, de tráfico de drogas y de blanqueo de dinero en forma de Hezbolá, que ha vaciado el país. El último informe es un duro recordatorio de lo que ha sucedido.