La reciente inclusión de Hezbolá en la lista negra del Gobierno alemán es un paso importante en la lucha mundial contra el terrorismo y la agresión iraní. Los Países Bajos, el Reino Unido y numerosos aliados en todo el mundo -los Estados Unidos, Australia, el Canadá, Israel, la Liga de los Estados Árabes y el Consejo de Cooperación del Golfo- han declarado a Hezbolá una organización terrorista. Por lo tanto, ya es hora de que la Unión Europea (UE) se sume al consenso internacional para poner fin a la distinción entre las denominadas “alas políticas y militares” de Hezbolá y prohibir toda la organización.
La falsa diferencia entre ambas alas se produjo después de que Hezbolá hiciera estallar un autobús lleno de turistas israelíes en Burgas (Bulgaria) en 2012, matando a seis personas e hiriendo a varias otras. Como resultado, la Unión Europea ya no podía negar las actividades terroristas de Hezbolá. Pero para no interrumpir las relaciones con el Líbano, donde Hezbolá es un actor político importante, introdujo una distinción teórica entre el ala política y militar de Hezbolá, solo que esta última fue prohibida en julio de 2013. Cabe señalar que los altos dirigentes de Hezbolá han negado sistemática y furiosamente que exista ninguna distinción entre sus alas” y subrayaron que se trata de la misma organización.
El temor de la Unión Europea de alterar el frágil equilibrio político entre las comunidades del Líbano si incluye a toda la organización de Hezbolá en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea es injustificado. Nuestros aliados y otros que han incluido a Hezbolá en la lista negra siguen manteniendo fuertes relaciones con las instituciones libanesas, incluidas la seguridad del Estado y las Fuerzas Armadas Libanesas.
De hecho, Hezbolá es una fuente de inestabilidad en el Líbano. Desde su creación en 1982 como representante del Irán, ha establecido un Estado compuesto por un Estado que gobierna principalmente las zonas chiítas del sur del Líbano. Algunos distritos incluso han cruzado las fronteras de las fuerzas de seguridad libanesas. El creciente control de Hezbolá sobre el Gobierno, sus políticas sectarias y la corrupción desenfrenada de la élite política desencadenaron protestas populares a finales de 2019.
La gente se reunió bajo la bandera libanesa y, por primera vez, se atrevió a criticar abiertamente a Hezbolá. En las calles libanesas se escucharon los llamamientos sin precedentes “terroristas, terroristas, Hezbolá son terroristas”, “Estamos en Líbano, no en Irán” y “No queremos otro ejército en el Líbano, excepto el ejército libanés”. Los manifestantes fueron atacados y golpeados por los bandidos de Hezbolá. Pero ni siquiera eso pudo disuadir a los manifestantes; siguieron protestando desafiantemente y criticando a la élite política día tras día.
¿Qué lograron las protestas? Tres meses después, el Líbano recibió un nuevo gobierno, supuestamente un “tecnócrata”. Pero las demandas de los manifestantes están todavía lejos de haber terminado. El nuevo gobierno es la idea de Hezbolá, que por primera vez en la historia de Líbano lidera la actual coalición parlamentaria y tiene cuatro ministerios clave.
Los ciudadanos libaneses no son los únicos que sufren bajo Hezbolá, ni tampoco los únicos que sufren su terrorismo. En Siria, muchos civiles han sido víctimas de las atrocidades cometidas por el régimen de Al-Assad, con el firme apoyo de miles de combatientes de Hezbolá. En Israel, los civiles suelen ser víctimas de ataques con cohetes desde el bastión de Hezbolá en el sur del Líbano.
Hasta el día de hoy, Hezbolá ha disparado más de 120.000 cohetes contra Israel, en violación de la Resolución 1701 de las Naciones Unidas. En Yemen, Hezbolá está apoyando activamente a los Hutis de Irán. En Bahrein, las fuerzas de seguridad se enfrentan a constantes amenazas de organizaciones afiliadas a Hezbolá. La lista está en curso.
Oriente Medio es la cuna de Hezbolá, pero la organización es una amenaza global. En América Latina, Hezbolá tiene profundas raíces en el tráfico de drogas y sus violentos cárteles. En 1994, Hezbolá estuvo detrás del bombardeo de un centro judío en Argentina, más conocido como el bombardeo de la AMIA, que mató a 85 personas e hirió a cientos. En África, Hezbolá es conocida por recaudar fondos, reclutar nuevos reclutas y planear ataques contra objetivos occidentales e israelíes.
En Europa, Hezbolá es conocida por sus actividades delictivas, que incluyen el blanqueo de dinero, el tráfico de drogas, la falsificación de moneda y ropa y la recaudación de fondos y el reclutamiento para sus llamados programas de “caridad”. Ha matado a enemigos y bombardeado a civiles inocentes. A lo largo de los años se ha hecho innegable que Hezbolá equivale a terrorismo, delincuencia y una importante amenaza a la seguridad. Así pues, es un paso positivo que la denominada ala militar de Hezbolá se haya incluido en la lista de terroristas de la Unión Europea en 2013.
Ha llegado el momento de enfrentarse a la realidad y darse cuenta de que no hay alas diferentes”, pero toda la organización es el mismo grupo terrorista criminal. Es urgente eliminar a toda la organización de la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea como garantía de nuestra seguridad. El terrorismo es terrorismo y no se deben hacer excepciones.