El reciente aumento de las amenazas del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, contra los Estados Unidos e Israel, por ejemplo, en su declaración del 31 de mayo en el “Día de Al-Quds”, refleja el temor real de Hezbolá. El grupo terrorista considera que las recientes declaraciones del Secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, y del Subsecretario de Estado de los Estados Unidos para Asuntos de Oriente Medio, David Satterfield, a los dirigentes libaneses constituyen una amenaza inminente.
Según un informe fidedigno publicado en el diario londinense Al-Hayyat el 2 de junio de 2019, los Estados Unidos advirtieron al presidente del Líbano, Michel Aoun, al Primer Ministro Saad Hariri y al presidente del Parlamento, Nabih Berri, de que no harían caso omiso de la información, las fotografías y los mapas de la instalación de misiles de alta precisión de Hezbolá y que los Estados Unidos no podían disuadir a Israel de que adoptara medidas contra ellos.
Nasrallah respondió agresivamente. Negó la existencia de fábricas de cohetes de precisión en el Líbano, pero afirmó que la construcción de esas fábricas era prerrogativa de Hezbolá. En la misma línea, Nasrallah amenazó de nuevo con utilizar misiles de precisión de largo alcance que tienen la capacidad golpear objetivos estratégicos en Israel. No es la primera vez que Nasrallah niega los hechos obvios; Nasrallah cree que la verdad no es la única salida.
Un comentario sobre el sitio web oficial de Hezbolá afirma que Israel no puede ignorar los mensajes de Nasrallah, incluidas sus palabras sobre los misiles de precisión en manos de Hezbolá y la “incapacidad” de Estados Unidos para encender el debate interno sobre el tema en el Líbano y presentar estos misiles como un factor importante de la inestabilidad del Líbano.
En lugar de aplicar una política ambigua en materia de misiles, Nasrallah dejó claro que Hezbolá tenía derecho a mantener cualquier capacidad para combatir la “amenaza israelí”, incluidos los misiles de largo alcance de alta precisión capaces de alcanzar cualquier objetivo en Israel.
El comentario también deja claro que Hezbolá rechaza el intento de utilizar las negociaciones con los Estados Unidos para demarcar las fronteras terrestres y marítimas del Líbano con Israel para transferir amenazas sobre la cuestión de los misiles. Afirmó que la existencia o no de fábricas de cohetes de precisión en el Líbano no era asunto de los Estados Unidos y que Hezbolá era libre de producir cualquier arma de su elección.
“Si los estadounidenses quieren mantener abierto este expediente, estamos bien situados para fabricar y adquirir vehículos de fabricación, y estableceremos fábricas de cohetes de precisión en el Líbano”, dijo Nasrallah.
Hezbolá ha decidido que, en caso de una escalada de las hostilidades entre los Estados Unidos e Irán, tomará medidas contra Israel. La respuesta de Hezbolá podría ir desde la activación de milicias chiítas en Siria contra objetivos israelíes en los Altos del Golán hasta la activación de células de Hezbolá contra Israel en la frontera del Golán, y si se produce un ataque estadounidense en el propio Irán, Hezbolá responderá lanzando cohetes contra Israel.
Irán no puede transportar armas, así que las está construyendo en el Líbano.
Irán y Hezbolá han tomado la decisión estratégica de construir infraestructura en el Líbano para mejorar los misiles de alta precisión. Esa decisión se basa en la determinación de Israel de atacar cualquier construcción de esa infraestructura en Siria y de atacar cualquier componente detectado que se haya trasladado de Siria al Líbano. Es evidente que Hezbolá no espera que Israel actúe libremente contra esas instalaciones en el Líbano.
Cabe destacar que esta decisión estratégica no contiene ninguna restricción económica o financiera derivada de las sanciones económicas contra Irán y Hezbolá. Ha habido numerosos informes sobre la catastrófica situación económica en el Irán y en Hezbolá, incluida una fuerte disminución de la ayuda del Irán a Hezbolá y reducciones significativas que afectan a sus actividades militares y sociales. Sin embargo, en lo que respecta a Hezbolá, estos informes parecen ser muy exagerados. Como señala correctamente el respetado y experimentado analista Tony Badran:
“Hezbolá no está en bancarrota. ¿Han afectado las sanciones contra Teherán a los fondos iraníes de este grupo? Lo más probable es que sí, pero esto pasará por alto un punto clave. Una pregunta más crítica: ¿Se ha limitado significativamente la capacidad de Hezbolá para continuar sus operaciones, tanto militares como no militares, en esta fase de la campaña de máxima presión? No hay evidencia convincente de que algo así esté sucediendo”.