Ayman al-Zawahiri, el líder de Al Qaeda, fue asesinado por Estados Unidos el lunes en Afganistán. La operación fue considerada un éxito por la Casa Blanca. El sucesor de Osama Bin Laden al frente del grupo terrorista, un yihadista, fue clave en el atentado de 2001 contra las torres gemelas.
Se cree que Al Zawahiri, de 67 años, mano derecha de Bin Laden y comandante de la Yihad Islámica, fue su compañero constante durante los 11 años que estuvo huido. Zawahiri había desaparecido cuando los comandos de los Navy Seals localizaron al responsable de los atentados del 11-S. El terrorista más buscado en Estados Unidos llevaba ocho años escondido en la sombra.
Una cantidad indeterminada de dinero se puso sobre su cabeza. De vez en cuando, emitía un comunicado o informaba de que había luchado contra sus rivales del ISIS, el Estado Islámico. Al final, todas las pistas conducían al mismo lugar. Se creía que Zawahiri se escondía entre los pastunes del Hindu Kush, según los expertos en inteligencia.
Rita Katz, directora ejecutiva de la Organización de Inteligencia SITE, dijo a FoxNews en 2019 que “Zawahiri fue uno de los líderes del grupo que planeó lanzar los asaltos al World Trade Center y siempre permanecerá en el radar de los investigadores estadounidenses”.
Zawahiri nació en el barrio cairota de Maadi en 1951 en el seno de una familia prominente. Tras licenciarse en cirugía en la Universidad de El Cairo, siguió los pasos de su padre, un conocido médico. También se dedicó a la política en la misma época. Ya era miembro del partido de los Hermanos Musulmanes cuando acababa de salir del instituto. De sus numerosos matrimonios nacieron hasta 15 hijos. En el bombardeo estadounidense de diciembre de 2001 en Afganistán, murieron su primera esposa y seis de sus hijos.
Fue en su viaje a La Meca en 1985 cuando se politizó. Trabajó como cirujano en la ciudad saudí de Jeddah. Conoció a Osama Bin Laden en Pakistán y allí se convirtió en su médico personal y asesor principal. En 1993, voló a Estados Unidos y habló en mezquitas de California, donde reunió dinero para la revolución egipcia. Una década después, participó en los atentados contra las embajadas de Estados Unidos en Tanzania y Kenia, en los que murieron cientos de personas, entre ellas muchos estadounidenses. En el año 2000, se trasladó a Kabul y dirigió un campo de entrenamiento de la milicia de Al Qaeda bajo la protección del régimen talibán.
Fue entonces cuando la CIA empezó a prestarle más atención. Comenzaron a surgir las primeras imágenes. Entre sus muchos alias estaban Abu Mohammed, El Doctor, El Maestro, Abdul Qader Abdul Aziz Abdul Moez Al Doctor, Abu Fatma, Abdel Muaz, Nur, Ustaz y Dhawahri Ayman, todos ellos con turbante blanco y barba gris plomo. La pistola Kalashnikov estaba cerca cuando aparecía en imágenes con Bin Laden tras salir de Kabul. A través de las redes sociales, siguió enviando vídeos y mensajes de audio a sus seguidores egipcios. De forma similar a sus polémicas con el ISIS, salió a la comunidad para hablar en contra de la violencia del grupo rival como medio para retener el apoyo de las comunidades musulmanas opuestas a la crueldad del Estado Islámico.
Un importante discurso de Zawahiri, de 44 minutos de duración, fue emitido en Telegram en 2019 por el canal Al-Sahab, en el que se hacía hincapié en la solidaridad musulmana y en la necesidad de continuar con la Yihad, o Guerra Santa. “Ha comenzado un nuevo capítulo” en la lucha contra los terroristas, añadió en su discurso. Como parte de su análisis de las revueltas de 2011 y de su exigencia de atacar a Estados Unidos, Israel, Rusia, Francia y China, también filmó otro vídeo en el que dio una larga conferencia en la que habló del fracaso de la Primavera Árabe.
Durante su estancia en Siria, Zawahiri se habría reunido en varias ocasiones con comandantes del ISIS mientras estaba bajo el cuidado de las tropas yihadistas. Se considera que pronto regresará a la región tribal afgano-paquistaní. El líder terrorista regresó a Afganistán después de que los talibanes recuperaran el control el año pasado.
El ataque con misiles a distancia contra Zawahiri en Shawal, Waziristán del Norte, fue realizado por drones estadounidenses a principios de 2016. Aunque se dio por muerto a Zawahiri cuando los comandos llegaron a registrar la zona, no pudieron localizar los restos mutilados del líder terrorista. Otro ataque aéreo sobre Damadola, la aldea paquistaní donde se creía que estaba el egipcio en 2010, fue revelado por la revista Newsweek. La Agencia de Seguridad Nacional (NSA) había interceptado la comunicación desde Bagdad mediante un teléfono por satélite. Antes del inicio del atentado, Zawahiri ya había abandonado Damadola.
Los expertos en inteligencia creen que Zawahiri ha estado reestructurando la red terrorista de Al Qaeda en los últimos años y que tiene “células durmientes” en varios países de Europa, Oriente Medio y Asia. “Desde los atentados del 11-S, hemos aprendido que Al Qaeda prefiere pasar largos periodos sin hacer ruido para poder planificar mejor su próxima oleada de ataques mortales. Tal vez el ascenso de Zawahiri y el colapso de ISIS fue un movimiento estratégico intencional de su parte. Pudo salirse con la suya mientras la atención del mundo estaba puesta en el Estado Islámico. Ante el mal, el silencio no es señal de rendición”, expresó en 2019 un sitio de seguimiento de la actividad terrorista fundado por el fundador de Jihadoscope, Raphael Gluck.
El Magreb Islámico (AQIM), la Península Arábiga (AQAP), la India (AQIS), Egipto y Somalia (Al-Shabaab), Jama’at Nusrat al-Islam wal-Muslimin (JNIM) en Malí, y Hayat Tahir al-Sham (HTS) en Siria son filiales conocidas de Al Qaeda, al igual que la Península Arábiga (AQAP), la India (AQIS) y la propia India (AQIS). Se calcula que unos 40.000 combatientes forman parte de la red.