La OPEP cumple hoy 60 años, pero la celebración se ha pospuesto a la luz de la pandemia en curso.
La combinación de la destrucción de la demanda causada por la COVID-19, una economía mundial en dificultades, y la fugaz demanda de energía está perturbando la recuperación del precio del petróleo. Al mismo tiempo, los miembros de la OPEP, como Irak, Irán, Venezuela, e incluso Argelia y Nigeria, se están enfrentando a dificultades económicas debido a los ingresos mucho más bajos del petróleo.
Por el lado de la oferta, el cártel se ha visto aliviado en cierta medida por los conflictos internos en Irak y Venezuela, que han reducido las exportaciones, y por las sanciones de los Estados Unidos a Irán, que han reducido considerablemente la capacidad de la nación para exportar petróleo crudo y productos petrolíferos. No se espera ningún cambio real en estos países en un futuro próximo, pero las cosas podrían estar cambiando rápidamente para Libia, miembro de la OPEP.
El productor de petróleo del norte de África ha visto cómo sus exportaciones se derrumbaban como consecuencia del actual conflicto militar entre el gobierno del GNA con sede en Trípoli, respaldado por las Naciones Unidas y Turquía, y el corredor de poder de Libia oriental, el General Haftar, cuyas fuerzas militares cuentan con el apoyo de los Emiratos Árabes Unidos, Rusia y varios otros países árabes y europeos. Años de confrontación militar no solo han paralizado el sector del petróleo y el gas de Libia, sino que también han llevado a un bloqueo de las exportaciones de petróleo respaldado por Haftar. Si bien la OPEP no lo declarará abiertamente, la retirada del petróleo libio del mercado mundial ha facilitado mucho las cosas al cártel. El bloqueo de las exportaciones, sin embargo, puede no durar mucho más si las fuentes apoyadas por los Estados Unidos están en lo cierto. Según la embajada de los Estados Unidos en Trípoli, el general libio Haftar se ha comprometido a levantar el bloqueo petrolero para el 12 de septiembre.
La embajada de los Estados Unidos declaró: “Nos sentimos alentados por un aparente acuerdo soberano de Libia para permitir a la Corporación Nacional de Petróleo (NOC) reanudar su vital y apolítica labor”.
En un intercambio de cartas entre el Embajador Norland y el comandante del Ejército Nacional Libio (LNA), Haftar, así como en recientes conversaciones con una amplia gama de líderes libios, el Embajador subrayó la confianza de los Estados Unidos en la NOC y apoyó un modelo financiero que constituiría una garantía creíble de que “los ingresos del petróleo y el gas se gestionarían de forma transparente y se preservarían en beneficio del pueblo libio”.
En el mismo comunicado de prensa, se dijo que “el LNA transmitió posteriormente al gobierno de los Estados Unidos el compromiso personal del general Haftar de permitir la reapertura total del sector energético a más tardar el 12 de setiembre”.
Los Estados Unidos y todas las partes involucradas parecen haber llegado a un acuerdo de que habrá salvaguardias para permitir a todos los libios tener confianza en que los ingresos no serán malversados. En el comunicado de prensa también se mencionó que se espera que la reapertura del sector del petróleo y el gas permita avanzar hacia una muy necesaria revisión de las disposiciones de seguridad de las instalaciones de la NOC, incluida la retirada total del personal y el equipo militar extranjero presente en los emplazamientos de petróleo y gas sin la aprobación de Libia y un acuerdo libio para reformar la Guardia de las Instalaciones Petrolíferas y romper el ciclo de depredación de ciertos grupos armados.
Esta noticia parece muy positiva, pero el acuerdo no significa necesariamente que las partes escaramuzadoras lo respeten. Las evaluaciones actuales no son muy optimistas, ya que consideran el importante papel de los grupos militares de terceras partes en el conflicto en ambas partes. Los grupos respaldados por Turquía, los Emiratos Árabes Unidos y Rusia intentarán potencialmente aprovecharse de la situación para intentar tomar el control de las posiciones estratégicas.
Al mismo tiempo, el líder militar del LNA, Haftar, tendrá que hacer frente a una situación política inesperada en su propia zona. El gobierno oficial de Libia oriental, que respalda a Haftar, ha presentado su dimisión tras una serie de protestas por el deterioro de las condiciones de vida y la corrupción. En los últimos días, las protestas de Bengasi han estado dirigidas a la sede del gobierno. Las manifestaciones también dieron lugar a algunos enfrentamientos directos con las fuerzas de seguridad en el bastión de al-Marj del general Haftar por primera vez. Las fuentes de Haftar afirmaron que la administración apoyaba las protestas pacíficas, pero no permitía que “los terroristas y la Hermandad Musulmana” las secuestraran. La dimisión del gobierno oriental es un golpe para Haftar, pero la situación sobre el terreno no está clara, ya que el parlamento de Tobruk tiene que aprobar la dimisión del gobierno. Las actuales protestas contra Haftar en el este siguen a semanas de grandes protestas en el oeste contra el gobierno de la GNA en Trípoli.
La desestabilización en curso de Libia y el bloqueo de las exportaciones de petróleo no solo han costado miles de millones de dólares en ingresos desde enero de 2020, sino que también han dado lugar a numerosos apagones. Parece que un número creciente de libios están hartos de ambos bandos, que se enfrentan a la desesperación económica y al conflicto.
Los crecientes disturbios no son un buen presagio para la estabilidad en ambas partes del país. Una posición de poder desestabilizada del GNA y el LNA no solo podría causar una rebelión en ambos lados, sino que también resultaría en un aumento de la interferencia turca o ruso-egipcia/UAE. Sin embargo, si el acuerdo que se rumorea se lleva a la práctica, a la OPEP+ le resultará mucho más difícil reequilibrar los mercados, ya que es posible que pronto se reanuden los volúmenes de exportación por valor de 1,2 millones de barriles por día (actualmente fuera del mercado). Si se observan las actuales previsiones de la oferta y la demanda, los precios del crudo se verán afectados con toda seguridad. Una solución pacífica o un pacto de estabilidad puede ser una buena noticia para Libia, pero podría arruinar los esfuerzos de la OPEP por equilibrar un mercado petrolero afectado por la crisis del coronavirus.